Capítulo 25

134 29 19
                                    

Clarke siente que algo la llama, pero no sabe lo que es; es como si su corazón le anunciará algo, aunque no lo logra entender.

Se detiene allí, esta vez en el paseo marítimo, porque es incapaz de avanzar más cerca del mar, cuando siente esa extraña sensación que aprisiona su pecho.

Aquel lugar está enlazado a un nombre, uno qué dejo de esperar hace mucho tiempo y qué no le gusta rememorar, porque cada vez que lo hace, su corazón duele.

¿Dónde estará?

Esa es la pregunta qué siempre se hace sin querer y cuya respuesta la ha atormentado desde que se fue; es más fuerte que cualquier sentimiento de tristeza, dolor o molestia que pueda sentir respecto a su partida y alejamiento.

Cada vez que está frente a aquel mar y recuerda lo que sucedió ahí, se siente inquieta, porque no puede soportar pensar en la idea de que aquella alma que tanto amo, no exista en alguna parte de este mundo; solo de pensarlo, duele.

A veces desearía escuchar su voz desde alguna parte, ver algún destello real cruzando delante de sus ojos pasos más allá, para que su corazón encuentre paz al respecto.

No tiene idea de cómo reaccionaría con toda la molestia que aún permanece en su interior, pero saber que está en alguna parte, bien, viva, le daría consuelo y tranquilidad.


Mira al frente, cierra los ojos y suspira largamente. Cuando los abre, ve alguien entrar lentamente al mar y su corazón reacciona con temor por inercia; es algo que no puede evitar.

Desde allí, no alcanza a ver con claridad, pero se queda atenta, expectante; sin querer, ni poder, moverse.

Ve a la persona ser zarandeada por el oleaje y se asusta a pesar de no se verle en peligro. Se ve que no está demasiado profunda, pero de todos modos comienza a caminar, acercándose.

Se detiene de pronto y mira sus pies cuando el agua ha bañado por completo su calzado, pero no le importa y aun así avanza; sin poder detenerse, empujada por una fuerza superior.

—¡Ayuda! —grita la persona y Clarke, sin pensarlo, sigue adentrándose en el mar.

Es extraño, el agua no cubre más arriba de sus muslos, pero ve, a quien ahora distingue como una mujer, completamente cubierta por las aguas y luchando por su vida.

—Estoy aquí, tran... —dice, pero se detiene en seco cuando ve el rostro de la persona—. ¿Lexa? —pregunta sorprendida y la mujer le sonríe, pero un segundo después se hunde y le pierde de vista—. No, Lexa... ­—grita con desesperación y se mueve buscando algún rastro de ella—. No, no, no... por favor.... No...


­Clarke abre los ojos sobresaltada y mira a su alrededor, su corazón se calma cuando se da cuenta que ha sido un sueño.

Mira el reloj en su mesita de noche y ve la hora, 5:30 AM.

Cambia su mirada al techo y suspira cansada; todavía faltan dos horas para que la alarma suene, pero despertarse así, es algo que se repite en los últimos días. Hay una inquietud en su corazón que no puede controlar y que le mantiene con el sueño alterado.

Se levanta cuando decide que necesita de una carrera matutina que se lleve los malos sueños y la intranquilidad.


Corre por el parque y es capaz de sentir su corazón rebotar contra su pecho, no sabe si es por la carrera o por algo más, pero se siente demasiado extraño.

Se pregunta si estará soñando todavía, porque la sensación de aquel sueño permanece.

Sus pies rebotan contra el pavimento y con cada zancada algunos recuerdos de cuando conoció a Lexa llegan a su mente.

Un viaje inesperadoWhere stories live. Discover now