Capítulo X.

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Capítulo X: Mean.

El resto del fin de semana transcurrió sin pena ni gloria; pero el lunes, antes de su primera hora de clase, Lena recibió la peor noticia del mundo

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El resto del fin de semana transcurrió sin pena ni gloria; pero el lunes, antes de su primera hora de clase, Lena recibió la peor noticia del mundo.

En Zilhardt, todo el mes de noviembre se realizaban distintas actividades con motivo del aniversario de la escuela. Los preparativos, sin embargo, empezaban desde la última semana de octubre. Durante ese tiempo, se creaba una especie de competencia entre parejas que consistía en labor social para la organización de la feria escolar y el baile de bienvenida —los dos eventos más importantes del mes—. El fin de estas uniones era que el cuerpo estudiantil realizara ciertos deberes programados para el buen funcionamiento del ambiente escolar, lo que fuera que eso significara.

Lena lo describiría así; juntaban a dos chicos para realizar servicio social obligatorio en Zilhardt durante un mes, porque se habían dado cuenta que un grupo cerrado de personas no podía controlar toda la planificación de los eventos que se llevarían a cabo. Pero ella también sabía que les encomendaban todo tipo de tareas, incluso las que no tenían nada que ver con el arreglo del baile o de la feria.

Era una excusa para poner a los estudiantes a trabajar, y que de esta manera, los trabajadores de la academia se evitaran el desgaste que venía con el uso de sus poderes —el cual solían usar para facilitarse las tareas—.

Nadie podía no realizar este servicio social, puesto que de manera directa influía en su desempeño de notas, lo cual a todo el mundo le interesaba. Eran créditos de mucho valor para los estudiantes e incluso Lena había escuchado que al final de cada semana se premiaba a los que más habían contribuido a las tareas. Una competencia era una competencia.

El compromiso, la cooperación y la contribución colaborativa eran cosas que se apreciaban demasiado allí.

De cualquier manera, Lee Ann les había lavado el cerebro y todos estaban emocionados por empezar a emparejarse y trabajar. Si involucrarse lo suficiente podía dejarlos como ganadores, todo el mundo se apuntaba.

Aunque le hubiese dicho a su amiga que no le interesaba en lo más mínimo, lo cierto era que Lena tenía una veta competitiva esperando salir a flote. Esto no era un asunto de físico, no se sentía en las facultades de perder. Ahí no ganaba el que mejor lanzara flechas o cuchillos —o bueno, por lo menos esas habilidades no eran las que mejor se calificaban—, ahí ganaba el que más se comprometiera, el que mejor supiera realizar sus deberes.

Y en eso, nadie podía ganarle.

Luego de apurarse a tomar el desayuno, se acercaron a la oficina del comité académico que quedaba en el quinto piso y una hobbard de cabello negro y sonrisa radiante le entregó a cada uno una hoja y una cartilla, luego de verificar sus identidades.

En la cartilla ponía las actividades a realizar esa misma semana. En la hoja se especificaban más a fondo dichas actividades y en la parte superior del papel, junto a su bello nombre, ponía el nombre de su compañero.

La Niña de las Pesadillas.Where stories live. Discover now