Capítulo 4

479 43 3
                                    

 Jude hacía tan poco ruido al caminar que no pudo evitar sobresaltarse cuando llegó.

 Se sentó a su lado con un cigarrillo encendido entre sus labios.

-Es una bonita noche, ¿no crees?

 Alba se sintió confundida al instante.

-¿Perdón? –dijo parpadeando varias veces.

 "Te ves hermosa a la luz de la luna". Repitió para sus adentros.

 Jude ignoró su pregunta.

-¿Sabes? Deberías pintar este cielo, noches así deben ser retratadas, y estoy segura de que va a quedar asombroso, porque el mural que pintaste en la librería era increíblemente hermoso.

-¿Hablas en serio?

 ¿Cómo podía interesarse más en que pintase el cielo que en el halago que le había hecho?

-Por supuesto que lo hago –afirmó con una sonrisa sin apartar su mirada de las estrellas- ¡Mira la luna! Puedo jurar que se ve más brillante y redonda que nunca... Y las estrellas, son tan dignas de verme con este vestido.

 Le encantaba la forma en la que los ojos de Jude apreciaban el cielo nocturno, y cómo las palabras salían de sus labios con cierta admiración, no sólo hacia el cielo, sino también a ella misma. Pero Alba estaba tan ocupada en sí misma que no pensó en el hecho de que la chica realmente estaba disfrutando la vista.

-¿Puedes dejar de ignorar mis preguntas?

-¿De qué estás hablando? –cuando se volteó a mirarla, Alba pudo notar algo de disgusto en su rostro.

-Sabes de lo que hablo, me has dicho que me veo hermosa a la luz de la luna y actúas como si decirle eso a una chica que apenas conoces fuera lo más normal del mundo. No lo digas para que de alguna manera me hagas "sentir bien" porque no funciona.

-¿Por qué te enojas? Se supone que cuando alguien dice la verdad la otra persona no se debe ofender. Fue un buen halago, no te dije que te quería llevar a la cama porque tienes buen trasero, no soy esa clase de mujer... o sí... A veces.

 Parpadeó confundida ante la respuesta.

-Es que estás equivocada, no soy hermosa.

-Claro que sí, y si te molesta pues lo siento. No lo digo para hacerte sentir mejor porque sé que no influye en tu visión interna. Lo digo porque lo pienso y no voy a dejar de decirlo aunque te moleste –y su mirada se volvió a dirigir al cielo, no sin antes darle una pitada a su cigarrillo.

 Eso fue suficiente para dejar a Alba callada.

 Pasaron unos largos minutos de silencio, y de pronto Jude habló:

-¿Sabes? Deberías trabajar tu autoestima con un psicólogo, me preocupas.

***

 No había vuelto al interior de la casa de Irina, y Jude tampoco. Se quedaron mirando el cielo sin decir nada, Alba volviendo a colocarse el abrigo cuando la brisa comenzó a volverse demasiado fría.

 Fue entonces cuando su celular sonó. Una de sus canciones favoritas de los Beatles la sobresaltó y atendió sabiendo que se trataba de Lauren.

-¿Qué pasó?

-Santiago y yo iremos a su departamento esta noche. Por favor no vuelvas a casa hasta mañana, quédate con Irina o ve a un hotel... Por favor, Alba. Si mamá se entera me matará y... quiero ir.

 Suspiró.

-¿Estás segura de esto, Lauren?

-Muy segura –su voz decía que estaba decidida.

-Entonces ve... Pero recuerda lo del preservativo, es el único meto...

-Lo sé –la interrumpió, e inmediatamente colgó.

-¿Qué sucede? –la voz de Jude la sorprendió. Había olvidado que ella estaba allí.

-Nada, es sólo que... -¿estaría bien hablar de su hermana con una completa desconocida? Bueno, técnicamente no era una desconocida. Es decir, Alba sabía algunas cosas sobre ella, como que Óscar Wilde era su escritor favorito, había estado estudiando profesorado en Letras, y...- mi hermana menor quiere pasar la noche en casa de su novio, pero no quiere que yo regrese a casa porque seguramente mamá la castigará, y como soy buena hermana voy a pasar la noche en la calle porque prefiero dormir aquí en este banco que en la casa de Irina, porque quién sabe qué estarán haciendo en esas habitaciones.

-¿Y no tienes dónde quedarte?

 Negó con la cabeza.

-¿Tienes dinero? Podrías alquilar una habitación de algún hotel.

-Ni un poco.

 No quería dar lástima, pero tampoco quería mentir.

-Bien –asintió cruzándose de brazos. Alba dedujo por las caricias que Jude se estaba dando a sí misma que el frío había comenzado a afectarle-. Si quieres seguir siendo la hermana ejemplar puedes quedarte en mi departamento.

 De inmediato sintió miedo. Jude y ella eran completas extrañas. Sólo se habían visto dos veces en su vida.

-También podrías quedarte en casa de Irina si temes que pueda hacerte algo, pero eso sería bastante idiota. En esa casa habrá al menos cincuenta personas borrachas, y tú y yo seremos dos personas en mi departamento. Piensa a quién deberías temerle más, es cuestión de lógica.

-Pero tú podrías... -quería ir con Jude. Creía que podía confiar en ella, pues sus ojos no demostraban esa malicia que sus autores favoritos describían al hablar de villanos-, podrías intentar abusar de mí, o ser una secuestradora.

-Siempre existe esa posibilidad –comentó con total naturalidad-, pero te daré un consejo por si resulto serlo: mi máxima debilidad son mis pechos, un golpe allí y tendrás varios segundos para correr.

-Supongo que gracias por el consejo –agradeció divertida pero nerviosa a la vez. No sabía qué hacer.

-¿Tú no eres una delincuente que desvalijará mi departamento, cierto?

-¡Por supuesto que no!

-Bien –asintió mientras se levantaba-. ¿Vas a venir o no? No quiero morir de frío.

 Se subió al auto de Jude sólo porque pensó que alguien temblando a causa del frío no podía ser tan peligrosa como para intentar asesinarla.

MasterpieceWhere stories live. Discover now