Capítulo 20

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 Al cuarto mes ellas compartieron historias.

 Era un día domingo y realmente no tenían nada que hacer.

-Cuéntame sobre él –pidió Jude recostada sobre el sofá de su departamento y colocando el pequeño cuerpo de Alba sobre el suyo.

-¿A qué te refieres?

-A tu papá, All. Lo poco que me has dicho sobre él son cosas maravillosas, quiero saber más.

 Alba suspiró. Esto sería difícil.

-Se llamaba Adam –comenzó a relatar-. Conoció a mi mamá cuando tenía 19 años, y a los 21 me tuvieron. Viví una infancia increíble, papá solía llevarme a un parque, donde jugaba conmigo por horas. Mamá trabajaba casi todo el día y él me cuidaba por las tardes, generalmente me leía cuentos y cuando aprendí a leer, leíamos juntos. Ambos soñábamos con tener una gran habitación repleta de libros y trabajar en una librería. Para uno de mis cumpleaños prometió que iba a construirme la gran biblioteca que queríamos, también prometió que iba a hacer lo posible para que tengamos una librería.

 La morocha sentía las lágrimas en sus mejillas, pero aun así seguía hablando. Hablar es necesario de vez en cuando.

-Una de sus promesas se cumplió, pues ahora tengo esa hermosa librería gracias a él, quien jamás pudo atenderla porque su trabajo no le daba tiempo y regresaba demasiado cansado. Estoy muy feliz de tener el padre que tuve, siempre se preocupó por mi felicidad y la de Lauren.

-All, si quieres parar hazlo, no tienes que hablar si no quieres –la detuvo claramente preocupada.

-Voy a seguir hablando, quiero que conozcas a mi familia. Confío en ti, Jude.

 Silencio.

-Jamás llegó a cumplir su otra promesa, la de la gran biblioteca. Aun así, todos los meses me regalaba un libro para poder agrandar mi colección y así tener muchos para cuando me la construyese. Nunca me dijo con detalle su enfermedad. Ni Lauren ni yo éramos conscientes de que era letal, ninguno de los dos se atrevió a decírnoslo para que no nos preocupásemos. Meses después me dejó.

-No lo hizo, ¿bien? No te dejó, aún sigue estando por más que no puedas verlo.

-Jude... ¿qué pasaría si yo no estuviese aquí?

-No pienses en cómo sería si no estuvieses aquí, porque eso me obligaría a pensar en cómo sería mi vida sin ti –murmuró-. ¿Qué es vivir sin ti, Alba? –y mientras lo decía su voz se quebró como el cristal de una ventana a la que le arrojaron la roca más pesada que encontraron.

 La morocha sintió que su corazón se encogía en su pecho y la abrazó. Besó el lunar que tenía en su hombro y luego el de su mejilla.

-Estoy sola, All. Veo a mis padres muy poco, mi hermano vive con ellos en otra ciudad, la única amiga que tengo es Lauren y sin ti no la habría conocido.

-Te tienes a ti misma. Siempre dices eso.

 Suspiró.

-¿No crees que suena un poco solitario?

-Antes no pensabas eso.

-Tal vez me di cuenta de algo.

-¿De qué?

 Pensó antes de responder.

-A veces necesitas a alguien más que a ti misma, All.

***

 Horas después se encontraban sentadas una al lado de la otra en el mismo sofá tomando café y el televisor encendido en un programa sobre neurociencia que Jude miraba con atención como si fuera tan fácil de entender como los programas para niños, y que Alba no comprendía ni un poco.

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