Capítulo 15

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  No hablaron más hasta que estuvieron dentro del auto de Jude rumbo a la casa de la morocha. Alba quería seguir hablando del tema, pero quizás ya no era el momento.

 Cuando ya les faltaba poco para llegar a la casa, la rubia soltó una mano del volante y la deslizó sobre la pierna de la librera para que sus dedos terminaran rozándose.

 Parecía nerviosa, y Alba pudo percibir los ligeros temblores que parecían estar acompañándola mientras pensaba si era correcto tomarle la mano.

 Para despejar sus dudas, fue Alba quien la sujetó fuertemente, y la estudiante de Letras admiró el gesto como si no existiera nada más hermoso en el mundo.

-Son solo dos manos –pensó en voz alta Jude, perdida en la forma en la que sus propios pulgares acariciaban los bordes de la mano de la morocha-. Diez dedos entrelazados... ¿Qué tiene eso de especial? No crearán electricidad ni salvarán el mundo; sólo un tirón las separaría... Aun así, cuando tomo tu mano siento que somos eternas.

-Tal vez lo seamos –murmuró dulcemente.

-Tal vez –coincidió.

-¿Esta es la parte en la que nos besamos? –preguntó mientras sentía un leve sonrojo recubrir sus mejillas.

-Sí, pero si no quieres que sea en los labios está bien. Puedes elegir el lugar... Aunque si tú prefieres besar mis labios, pero no precisamente los de mi boca, no me...

-¡Jude!

-Está bien, está bien, lo siento. Sólo bromeaba. Pero sí, este es el momento donde me besas.

 Y Alba lo hizo con una sonrisa que cualquiera habría pensado que iba a ser eterna.

-¿Qué somos, Jude? –preguntó luego de separarse de aquel beso.

-En el ámbito biológico somos individuos. Según el registro civil somos Alba y Jude. Para la sociedad tú eres lesbiana y yo bisexual. En el área laboral yo soy una supuesta estudiante mantenida por sus padres y tú una librera.

-Jude, detente. Sabes a lo que me refiero –dijo con cierta seriedad.

-No me considero romántica, Alba. En realidad, lo único que sé de romance lo aprendí de Wilde: "Echan a perder todas las historias de amor intentando que duren para siempre".

-Ve al grano.

-No comenzaré con eso de "no debes quererme. No soy lo suficientemente buena para ti. Aléjate". Realmente quiero estar contigo; quiero poder llamarte novia algún día, presentarte a mis padres y todas esas cosas que hacen en las películas. Es solo que aún no me siento lo suficientemente buena como para que seamos algo más que compañeras con derecho a roce. Lamento si no es lo que quieres... pero supongo que es lo único que puedo ofrecerte ahora.

 El auto se detuvo justo frente a la casa de Alba, quien no necesitó pensar en las palabras de Jude para contestar.

-Quiero todo lo que puedas ofrecerme, Blondie.

 Jude sonrió ante el apodo mientras las volvía a besar.

***

 Luego de un mes las cosas entre la rubia y la morocha seguían exactamente iguales.

 Alba siempre llegaba cinco minutos antes al trabajo, y Jude entraba a las cinco a la librería. Salían a las cinco y diez minutos y subían al auto para ir a algún lugar. A las ocho y media Jude se aseguraba de dejar a Alba en la puerta de su casa. Se enviaban mensajes hasta la medianoche y finalmente se dormían.

 Y el ciclo se repetía. Aun así, la jornada nunca llegaba a ser aburrida.

 Ese día, por ejemplo, Alba estaba recostada sobre el sofá de Jude, quien se encontraba con una pluma y un cuaderno entre manos.

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