Capítulo 17

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 Al primer mes, Jude la llevó a un prostíbulo. Suena mal, pero fue incluso peor.

 Para ese mes la pintura de Jude ya estaba terminada, así que Alba necesitaba un nuevo modelo para la exposición que daría justo a finales de julio y que la rubia le había propuesto hacer. El objetivo era encontrar mujeres corrompidas por la sociedad.

 Alba subió al auto sin saber exactamente a donde iban.

 Llevaba sus típicos pantalones ajustados, uno de sus tantos suéteres, botas y el beanie que Lauren había terminado cediéndole luego de haber aceptado encubrirla en la noche pasional que tuvo con su ex novio después de la fiesta de Irina.

-¿Dónde vamos? –preguntó con confusión una vez que notó que conducía en una dirección desconocida-. Recuerda que debo llegar a las nueve para cenar –dijo con nerviosismo.

 Miró el reloj de su celular. Faltaban pocos minutos para las seis de la tarde, lo cual quería decir que pronto comenzaría a oscurecer. Esto resume que no tenían mucho tiempo.

-Iremos a un prostíbulo –respondió con simpleza.

 Alba se echó a reír de inmediato, pensando en que se trataba solo de otra de las bromas de su extraña novia.

 Veinte minutos más tarde descubriría que Jude no le había mentido.

***

 Alba sintió cómo Jude se sujetó con fuerza a su cintura, mientras se ponía un cigarrillo encendido entre los labios.

-No le hables a nadie –le advirtió con cierto toque de firmeza-. No mires a nadie. Mantente a mi lado, y no aceptes ninguna bebida o bocadillo.

 Asintió lentamente ante su advertencia, y fue entonces cuando atravesaron la sucia puerta del lugar.

 Lo primero que sintió fueron intensas luces rojas golpeando contra sus ojos. Luego vio los montones de chicos y chicas a medio vestir que recorrían el lugar y se besaban con total naturalidad en cualquier parte. El olor a cigarrillo invadió sus fosas nasales. Finalmente, escuchó los miles de gemidos, gritos y conversaciones.

 Aquello era demasiado para ella.

-¡Jude!

 Era una voz chillona, casi infantil, pero correspondía al cuerpo de una mujer de unos treinta años. Estaba usando un vestido demasiado ajustado, zapatos increíblemente altos y un maquillaje exagerado. Era muy alta, y su rostro no mostraba más que una sonrisa falsa.

-Hola, Amelia –saludó con amabilidad, y la mujer casi pareció querer abrazarla.

 Alba de inmediato sintió una punzada en el pecho. Sabía, por relatos de Jude, que esa mujer era una amiga del pasado de su novia. "Cuando sales con hombres es muy fácil adivinar cómo son, solo necesitas visitar un prostíbulo y ellas te lo contarán todo. No hay un solo hombre heterosexual que no haya pisado uno de esos lugares, son todos iguales", fueron las palabras de ella.

-¿Te puedo ayudar en algo?

-Sí, es para que haga de modelo, pero necesito una un tanto... peculiar.

-¿A qué llamas "peculiar", Jude Foster?

-Necesito una prostituta virgen –y aunque eso sonara raro, ella sabía que tendrían a alguna chica con esa particularidad, pues conocía qué tan oscuros podían ser esos negocios.

 La mujer se echó a reír.

-Eso no existe –se burló-. ¿Qué más quieres que te consiga? ¿Un político honesto?

-No me tomes de idiota, Amelia –sus palabras eran descaradas-. Tienes muchas chicas nuevas, ¿no? Ambas sabemos lo que eso significa.

 La prostituta se cruzó de brazos y suspiró. Estaba perdida.

MasterpieceWhere stories live. Discover now