Capítulo 21

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 Al quinto mes alguien murió.

 Se acercaba navidad y las típicas decoraciones en la librería comenzaron: luces, copos de nieve falsos y un pequeño árbol formado completamente de libros.

 La rubia no apareció a la hora de siempre, pero Alba no le dio importancia, ya que estaba ocupada atendiendo clientes que aprovechaban las promociones navideñas. Horas más tarde, mientras acomodaba los nuevos libros, su tía apareció.

-Jude está aquí –informó, y su rostro demostraba preocupación.

-Dile que venga.

-Alba... ella está llorando.

 Un nudo se hizo en su garganta, el corazón se le estrujó y dejó de respirar por unos instantes. Corrió hacia la entrada, donde la encontró sentada en las sillas que había ocupado la primera vez que había pisado la librería. Tenía las piernas sobre la silla y la cabeza escondida entre sus rodillas. Su cuerpo se sacudía con débiles espasmos. Caminó hacia ella y la abrazó, permitiendo que su novia recostase su cabeza en su hombro.

 No dijeron nada durante varios minutos, y sólo se escucharon sollozos.

 Alba ni siquiera abrió la boca al ver una venda en cada una de sus muñecas en vez de sólo una, ni lo hizo al notar aquel vestido verde sobre su cuerpo.

-Murió –sollozó entre sus brazos.

-¿Quién?

-Tenía tanto por vivir, All –susurró-. Tenía tanto y ella solo...

 Su voz se quebró.

-¿De quién hablas, Jude?

 Su sufrimiento era contagioso, casi palpable. Su tristeza flotaba en el ambiente y se volvía oxígeno.

-De Irina –sollozó-...Ella organizó otra fiesta. Bebieron de más. Tomaron un auto... No sé si alguien vio las luces del otro auto, pero todos los que estaban allí murieron, incluyendo a esa idiota.

-¿Por qué lloras si la tratas como una idiota?

-Porque ella me apoyó cuando más lo necesité, y gracias a ella soy lo que soy ahora. Si no hubiese sido por ella, jamás me hubiera animado a contarle lo que sentía a Daiana. Gracias a su apoyo descubrí que me gustan las mujeres, y sin ella, quizás no seríamos lo que somos ahora.

***

 Ese día al salir del trabajo, Alba fue a casa para colocarse un vestido negro.

 Acompañaría a Jude al funeral de Irina, no porque se lo hubiese pedido, sino porque sentía que ella la necesitaba en un momento como aquel.

-¿A dónde vas, Albita? –preguntó su madre sentada sobre el viejo sofá de la sala.

-Acompañaré a mi novia al funeral de... su mejor amiga.

-Está loca –dijo su hermana, quien pasaba por allí-. Y está herida... de forma literal.

 La morocha sabía a lo que se refería. La venda, que ahora tenía una amiga en la otra muñeca.

-¿A qué te refieres, Lauren? –la menor se quedó callada-. ¿Alba?

-Debo irme, mamá. Adiós.

***

 Jude tenía el mismo vestido verde que había estado usando hace unas horas, las vendas en ambas muñecas y los zapatos.

-¿Por qué vas de verde? Pensé que íbamos a un funeral –preguntó una vez que la rubia encendió el auto.

-Uso negro todo el tiempo, All –contestó-. Ya te conté que uso colores para una ocasión especial, y supongo que esta lo es. No todos los días muere tu amiga, ¿verdad?

 Su novia fingió una sonrisa. No le parecía gracioso tratar a la muerte de aquella forma, y menos aun cuando había sido ella quien le había arrebatado a su padre.

-¿Por qué te heriste la otra muñeca, Jude? –preguntó luego de unos minutos.

-Porque el sufrimiento aumenta, All.

-¿El del mundo?

-Pensé que te habías dado cuenta –murmuró.

-Dime qué sucede. Ahora.

-Lamento destruir tu cuento de hadas.

***

 El funeral de Irina fue como cualquier otro. Alba sujetó fuertemente la mano de su novia, y la rubia no derramó ni una sola lágrima.

 La librera comenzó a preguntarse si realmente conocía a Jude Foster.

 Cuando llegó el turno de que Jude hablara, Alba soltó su mano y la vio ubicarse frente a todos. Los presentes miraron extrañados su vestido verde, pero ella los ignoró.

 Gala y Mattew también estaban allí, pero la miraban como si fuera una desconocida. Como si no fuera... Jude.

 Alba miró fijamente a su novia y se encontró con sus ojos avellana, que demostraban una tristeza profunda atrapada en aquel hermoso cuerpo.

 La Luna estaba allí, parada frente a todos. Algo rota, pero estaba. Y miraba al Sol como si fuese la cosa más importante de su vida.

-Irina –comenzó-. Moriste antes de navidad y no pude entregarte tu regalo... Eso es tener mala suerte –prosiguió-... ¿Sabes qué es lo malo de los funerales? Que de repente te conviertes en una persona increíble sin importar los males que hayas hecho. Pero quiero contarte, que si yo muero, quiero ser recordada con mis errores y aciertos, así que te recordaré de la misma forma... Entonces, déjame decirte que era una terrible idiota.

***

 Los presentes no se tomaron muy bien el discurso de Jude, así que la echaron del lugar antes de que la ceremonia acabase.

-Ese discurso fue... ¡¿Acaso estás loca?! –entraron al auto entre risas.

-Solo un poco –afirmó.

-No dudo eso –rió.

 Silencio.

-Mi mamá quiere conocerte –dijo unos minutos después.

-Tendrá que esperar un poco. Estaré de viaje un par de semanas. Mi hermano quiere ir a la playa. Al parecer morir de calor y con arena en lugares indeseados es una buena forma de pasar la navidad. Yo solo voy porque mis padres no quisieron acompañarlo y no voy a dejar que vaya solo.

-Entonces supongo que te extrañaré.

-Yo también te extrañaré –afirmó-. Pensaré en ti –alzó una ceja-, mucho.

-¡Jude! –exclamó entre risas-. Recuérdame por qué salgo contigo.

-Porque me amas...

-Esa es una buena razón.

 Dentro de tres meses no sería suficiente.

MasterpieceWhere stories live. Discover now