Capítulo 11

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 Alba llegó completamente destrozada a casa. Intentó llorar en silencio de camino a su habitación, para que nadie la escuchara.

 Lloraba por su corazón roto, por ella, por Harry, porque tenía demasiadas cosas en la cabeza. Lloraba porque le dolía, pero sabía que no podía comparar todo eso con la forma en la que Jude se sentía.

 Se preguntó cuántas veces vivió una situación así. Si alguien sabía de todo eso. Se preguntó cuántas cosas más escondía.

-¿Ella de nuevo? –preguntó Lauren.

 Alba asintió y se limpió las lágrimas.

 Si tan solo no hubiese ido ese día.

 Si tan solo no hubiese aceptado aquel té.

 Si tan solo no hubiese tirado de la camisa del muchacho.

-¿Puedes contarme lo que sucedió?

 Pero Alba se negó porque no quería recordar a Harry ni la tristeza y humillación en los hermosos ojos de Jude Foster.

-¿Se marchó otra vez?

 Alba volvió a negar y dejó escapar un leve sollozo de sus labios.

 Silencio.

-Alba... -suspiró -. ¿No has considerado alejarte de ella?

 La librera no lo pensó durante más de un segundo.

-No puedo alejarme de ella, Lauren –sollozó, y no mentía.

 Tenía que seguir pintando, y Jude tenía que seguir pagándole para que su familia tuviera una buena vida gracias a su trabajo. Y regresar al departamento era enamorarse más, y el gran deseo de que su familia fuera feliz representaba un gran obstáculo ante sus instintos de no volver a verla.

-¿Te amenazó? –Lauren se escuchaba verdaderamente preocupada.

 Alba sorbió su nariz antes de responder.

-Ella no es de esas, Lauren. Es solo que –meditó un poco antes de terminar la frase-... estoy jodida, ¿bien?

 Lauren la abrazó y exhaló.

***

 Recibió un mensaje de texto esa noche. Había seguido llorando después de su conversación con Lauren, pero en ese momento no era precisamente ella quien estaba rota.

"Estoy bien" fue lo primero que le escribió la estudiante de Letras, pero realmente no lo parecía.

"¿Qué te hizo, Jude?"

"Estoy bien, All" incluso por mensajes sus preguntas eran ignoradas.

"Tienes que denunciar algo así. Lo que sucedió no es normal, Jude, y tampoco es bueno para ti".

"No te preocupes por nada de esto, por favor".

 Pero lo hacía.

"¿Cuántas veces han sucedido cosas así, Jude?" estaba desesperada por saber.

"No sucederá más".

"¡No debió suceder nunca!".

"Tal vez sí".

"Por Dios, necesitas ayuda. ¿Dónde estás?".

"Eso no importa. Estoy bien, All".

"¿Puedes dejar de evadir mis preguntas?".

"Buenas noches".

 Jude no escribió luego de eso. Intentó llamarla tantas veces que se cansó.

 Arrojó su teléfono a un lado y emitió un grito ahogado. ¿Cómo podía escribir con tanta calma después de lo que había sucedido?

-¿Sucede algo, All? –preguntó Lauren, quien por alguna razón estaba despierta.

-Nada. No me hagas caso. Hay personas que pasan por cosas peores, no debería ni estar llorando, mis motivos no son lo suficientemente grandes.

 Lauren la miró entre la oscuridad y suspiró.

-All, no puedes comparar ningún dolor con otro. Cada quien sufre de forma distinta. Tienes derecho a sentirte mal incluso si es solo porque a tu prenda favorita se le hizo un agujero... No subestimes tus sentimientos.

 Aun así, aunque su hermana la habría escuchado pacientemente, prefirió darse media vuelta en la cama y fingir que dormía.

 El dolor podía ser mudo también.

***

 Diez minutos antes de que su turno acabara, Alba terminaba de acomodar los libros nuevos que habían llegado. Era una librería familiar, manejada por su tía y por ella, quienes se turnaban para atender. Para ser sinceros, era más lo que Alba leía que lo que compraban. No iban demasiadas personas como lo que había imaginado cuando decidieron abrir el lugar, pero con esas pocas personas se conformaba.

 Todas las mañanas, atendía su tía, y el turno de Alba comenzaba a las dos de la tarde, finalizando a las cinco.

 Fue entonces cuando Jude Foster entró a la librería.

 Ese día llevaba jeans negros ajustados, una chaqueta del mismo color, y un par de zapatos.

-¡Alba Paúl! –saludó con una radiante sonrisa.

 Ya no había tristeza, ni enojo, ni humillación en su voz, y esto puso a la librera particularmente feliz. Pero se preguntó cuánto de eso era real.

-¿Qué haces aquí?

-Solo venía a decirte que te estaré esperando en mi auto luego de tu turno. Tenemos cosas muy importantes que hacer.

 Y sin más, se fue dejando a Alba con un fuerte deseo de salir corriendo tras ella.

MasterpieceWhere stories live. Discover now