Cap 1 La decisión de Hades, Un favor particular

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Inframundo, Hades.

Eones pasaron después de la fatídica decisión, tiempo en el que Hades fue testigo una y otra vez del error tan terrible cometido. Tiempo después solicitó a Perséfone reconsiderar su relación y acordar entre ambos su separación. Sin embargo, esta se rio en sus narices revelando sus intenciones, ella jamás cedería a sus deseos.

Cuando la convivencia y los desacuerdos llegaron a su tope, el regente del Inframundo dejó a un lado su orgullo e hizo lo que no quería, acudir a su hermano el rey de los dioses para pedirle abogara por él y diluir el acuerdo. Sin embargo, no fue posible, él se cerró en banda y determinó que las cosas se quedarían tal cual estaban. Entonces el dios oscuro se cerró a vivir en amargura y tedio acompañado de alguien que con el pasar de los siglos ya no le generaba ni un pensamiento positivo, incluso el deseo que una hembra como ella podía despertar estaba prácticamente acabado, prácticamente, pero no del todo. En su relación no había fidelidad alguna, ambos gozaban por igual los placeres de la carne, disfrutaba fémina tras fémina dispuesta a darle y recibir placer y por su puesto con lo pertinente a su desagradable esposa intentaba en lo posible no verla, no cruzarse con ella y reunirse solo para lo estrictamente necesario.

Era un día como otro, debía castigar a las almas inmundas, reunión con los diferentes señores oscuros y Guerreros encargados de custodiar cada puerta, cada lugar que guarda los diferentes secretos que oculta su casa, el reino que protege con tanto celo. Después de todo ello reunión con Caronte, el barquero. Porque, aunque suene ridículo él Inframundo se comporta como una empresa, donde el director general es Hades. Sin embargo, su reina Perséfone metía las narices en todo y como su par tenía poder por derecho de cambiar lo que quisiera. Pero ella no reinaba adecuadamente, era soberbia, calculadora y malvada. Solo actuaba en beneficio propio, generando que Hades constantemente tuviera que resolver conflictos creados por alterar el curso de las cosas o el destino de los seres humanos, sobrenaturales o quien se le cruzase en la cabeza. Siempre metiendo sus asquerosas garras donde nadie la llamaba, arto estaba de limpiar su mierda y cuando se le hacía reclamo fingía no saber de qué se le hablaba o usaba el sexo como distracción y lo peor de todo es que en una que otra ocasión se dejaba engatusar por sus piernas largas y caderas prominentes que prometían sucio placer, allí no había sentimiento, pero si morbo y carnalidad.

Hades necesitaba un descanso, necesitaba poner distancia inmediata de sus responsabilidades, pero sobre todo necesitaba estar lejos de Perséfone sentía que si no se alejaba por un tiempo terminaría drenándole su poder para luego dejarla encerrada en uno de los calabozos del Tártaro, después de ello se fraguaría una guerra con Zeus causando el desbalance del Cosmos, entonces esa idea quedaba deshecha, ahora tendría que buscar la forma de olvidarse de todo por un tiempo sin traer consigo una enemistad eterna con su hermano y la posible destrucción de todo.

Hades necesitaba sobre todas las cosas poner un límite, ya que aborrecía el seguir resolviendo la mierda que creaba la reina del Inframundo, claro que a esa demente la palabra le quedaba muy grande, pues más parecía una cría caprichosa con ideas malignas que una regente poderosa. Por eso hizo lo que nunca creyó que haría, pedirle consejo y ayuda a su hermana menor Afrodita. La diosa del amor, el deseo y la pasión.

Sabía que la diosa no era muy dada a tratar asuntos serios, pero cuando se trataba de diversión y de mandar todo a la mierda ella era la indicada. Sin embargo, el dios del Averno se daba cuenta de que ahora si que estaba más allá del desespero si su única solución era la libertina de la diosa menor.

Es que Afrodita por ser la diosa del amor era irreverente y desatada, no le rendía cuentas a nadie. Constantemente viajaba al reino de los humanos y convivía con ellos un tiempo sin que lo supieran. En alguna ocasión le había comentado que los seres humanos eran maravillosos y que lo que más la fascinaba era su deseo por encontrar el amor, pero extrañamente cuando lo tenían en frente lo fastidiaban todo. Si supieran lo bendecidos que eran aquellos que lograban dar con su otra mitad, no dejarían que la duda, los celos y sobre todo la idiotez pugnara por destruir el sentimiento más puro para siempre.

Hades el Visitante del InframundoWhere stories live. Discover now