Cap 11 Miedo y Confusión

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Hades, Reino Mortal.

Adara no contestaba el estúpido artilugio humano llamado móvil, si ella compartiera su naturaleza hubiese bastado una llamada mental para traerla consigo, pero ella era tan solo una joven humana sin dones, hecho que no le molestaba, pero si causaba que su comunicación estuviese enturbiada por la absurda normalidad. Ella tampoco lo había llamado tal como prometió, y estaba cansado de mirar el pequeño aparato sin que este emitiera alerta alguna.

No la había visto en todo el día, ella prometió que en la noche le dedicaría, aunque fuese un instante. Sin embargo, el cielo ya estaba adornado por la oscuridad y ella no daba signos de aparecer, se sentía confundido, a que se debía ese arranque por poner espacio entre ellos, ¿Por qué era tan insensata, acaso no quería aprovechar hasta el último segundo que les quedaba? Este hecho lo tenía totalmente exasperado. Sabía que se estaba portando como un crío controlador y esa era una culpa exclusivamente de ella por hacerlo sentir deseoso de tenerla a su lado a cada minuto.

Estaba tarde, muy tarde y él seguía intentando marcarle a su móvil, pero no recibía respuesta. Esta situación se estaba tornando extraña y debido a ello decidió que lo más sensato sería presentarse en su casa, era demasiado tarde para ir de visita, así que debía hacer uso de sus poderes para cerciorarse que se encontraba bien. Él la respetaba y desde que tomó la decisión de quedarse a su lado por el tiempo que le quedase en este reino, no usaría su poder con ella. Mientras estuvieran juntos ella gozaría de su total privacidad. Sin embargo, en todo este tiempo ella jamás evitó ninguna de sus llamadas, entonces tal como se estaba volviendo costumbre con aquella joven, sus promesas se tenían que ir al mismísimo carajo, pues estaba perdiendo los nervios al no saber absolutamente nada de ella. Y es que los seres humanos eran tan frágiles e inevitablemente mortales.

Con solo un pensamiento se pudo desplazar a la casa de Adara, pero allí no había absolutamente nadie, el sitio se encontraba preso de un silencio sepulcral y esto prendió todas sus alarmas, algo había ocurrido.

Hades no perdió más tiempo, así que hizo lo que evitó hacer en un principio, recurrir a sus habilidades para ubicarla y es que por más que quiso proporcionarle a su relación la mayor dosis de normalidad, no podía seguir ignorando lo que él era. Él era un dios y no solo uno corriente, era un dios mayor, el rey del Inframundo.

El dios oscuro del Tártaro en todo su esplendor convoco sus poderes y los desplazó suavemente, tocando con solo un rose a cada una de las esencias que habitaban el lugar, pero todas eran tan corrientes, tan insulsas. Hasta que por fin dio con la de ella, la que brillaba más que las demás, la que lo tenía hechizado e indudablemente cautivado. Al fin pudo dejar salir el aire que estaba conteniendo cuando la halló en el plano de los vivos, la presión que sentía en la boca de su estómago se aflojó al convencerse que sus pulmones aun respiraban. Con premura se dejó llevar por esa brillante luz y en segundos estuvo a su lado.

El rastro de la chica lo llevo directamente al hospital, sabía que ella estaba bien y que no corría peligro de muerte, pero el simple hecho de saberla lastimaba lo laceraba y esto le hizo ser aún más consciente de su fragilidad. Ella como todo ser humano tenía fecha de caducidad, esto lo irritaba enormemente y era ilógico, ya que, fuese por este hecho o por el que lo atormentaba constantemente tenía que ser consciente del inevitable fin de lo que pasaba entre ellos.

Ingresó en la sala de espera del hospital, sabía perfectamente a donde dirigirse. Si hubiese podido ya estaría con ella acompañándola. Sin embargo, él debía seguir aparentando ser un humano corriente. Divisó a la madre de la chica, la cual se veía afligida, preocupada. La saludó y esta le hizo un resumen detallado de lo que al parecer ocurrió. Según la hipótesis de las personas que la encontraron golpeada y desmayada en plena calle, había sido un auto que luego se dio a la fuga. Entonces la ira lo invadió de inmediato, el férreo control por el cual era conocido se aflojó un poco más, dejando en su lugar una gran sed de sangre, en su interior rugía de rabia con quien se atrevió a hacerle daño a su joven, este tendría que pagar, pero de eso se ocuparía más tarde. Ahora necesitaba verla para calmarse, pues en su estado actual era evidente que terminaría por cometer una locura.

Hades el Visitante del InframundoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin