TREINTA Y CINCO: El puente entre la felicidad y las pesadillas

334 65 59
                                    

✩━━✩━━✩━━✩━━✩━━✩
CAPÍTULO 35
✩━━✩━━✩━━✩━━✩━━✩

Sandy

Siempre he encontrado fascinante cómo viviendo toda la vida en una misma ciudad, hay lugares que ni sabes que existen y de los que quizás nunca sabrías a menos que alguien te los muestre.

«Rollos & dados» es el ejemplo perfecto, una cafetería en un tercer piso de un centro comercial relativamente pequeño del centro. Pasa desapercibida a menos que camines mirando hacia arriba, pero una vez la encuentras es imposible quitarle los ojos de encima.

Desde el otro lado de la calle, donde estamos ahora, se ve su letrero y una terraza hermosa llena de mesas con sombrillas coloridas, decoración con hojas verdes artificiales y bombillas redondas de luz amarilla.

Hay también una pieza de dominó gigante adornando el final del nombre «Rollos & dados», una dona con glaseado rosa representa la O de dados, y a la parte de abajo, un caballo de ajedrez.

—¿Ahí es a donde iremos?

—Sí. Me dijeron que los desayunos son espectaculares. Y te tengo una sorpresa.

—¿Otra?

Han pasado cinco días desde que hablamos en su estudio; no hemos tenido lugar de hablar o vernos mucho porque la abogada me llamó y me pidió ir a hablar con ella, luego Mau tuvo un problema en la casa con su papá, luego tuvo que ir a continuar los trámites de la denuncia por el ataque a su estudio... pasan cosas inesperadas, así que Mau aplazó nuestra salida para hoy domingo.

Por su trabajo nos queda mejor en la mañana, así que me invitó a desayunar; son cerca de las diez, el día está tan soleado que debemos usar gafas oscuras, pero el clima combina con mi buen humor, no solo por conocer un lugar nuevo, sino por hacerlo con la mano de Mau entrelaza con la mía, una sensación que encuentro maravillosa ahora que solo queda lo que siento por él en mi corazón; nada de culpas, nada de angustias.

Jalando él mi mano cruzamos la calle y entramos al edificio.

El primer piso tiene varios salones de belleza y distribuidoras de productos de maquillaje, heladerías y un salón de juegos; el segundo tiene un spa, un supermercado, varias tiendas de zapatos y ropa y una sala de cine; subimos las escaleras hasta el tercero, donde se exhiben varios restaurantes —la mayoría cerrados— y cafeterías, caminamos hacia la izquierda y al fondo encontramos una réplica del letrero que se ve desde la calle de «Rollos & dados»

Una recepción pequeña con una anfitriona que nos sonríe nada más vernos nos recibe. Desde acá el lugar no solo se ve bonito, sino fino, elegante y caro. Manteles finos, música de ambiente, aroma a canela, luces sutiles y cubertería de plata.

Ya es tarde para decirle a Mau que es demasiado, que podemos ir a un lugar más modesto.

—Mauricio Montero —ofrece él a la anfitriona.

Ella revisa su lista. Pese a la elegancia de sus ademanes, su vestimenta es fresca y nada formal: lleva un vestido holgado con estampado de flores oscuras, unas sandalias sin mucho tacón, un sombrero muy primaveral de color granate y varios anillos decoran sus dedos.

Todo el lugar es así: organización elegante, pero aura fresca y juvenil.

—El último que faltaba —dice la mujer con amabilidad—, sígame.

—¿Último? —pregunto mientras la seguimos.

Antes de que Mau pueda responderme, llegamos a la terraza que se ve desde abajo, aunque a un sector en el costado del edificio que no vi. Hay una mesa larga... llena con todas mis amigas, Lilian y Samuel.

En el corazón de Sandy •TERMINADA•Where stories live. Discover now