CUARENTA Y CUATRO: El cascaroncito que ha quedado

319 59 18
                                    

✸━━━✸━━━ ✸━━━✸━━━ ✸━━━✸
CAPÍTULO 44
✸━━━✸━━━ ✸━━━✸━━━ ✸━━━✸

Mau

Nos han dejado entrar a la habitación de Sandy por turnos, máximo de a dos personas y como nos repartimos por privilegios de amistad, ya todas entraron y solo quedamos Samuel y yo.

Nos dan paso cerca de las dos de la tarde; hace dos días y medio que Sandy ha vuelto con nosotros pero entre la vigilia permanente de sus padres, el tiempo que ha estado sedada y las revisiones médicas, apenas vamos a verla por primera vez.

La ansiedad me dificulta respirar. Saber que está a una puerta de distancia después de tanto tiempo sin saber nada de su suerte es una sensación nueva, es esperanza, felicidad y algo de miedo mezclados.

Entramos en silencio, cuidando los pasos para no hacer ruido como si eso fuera necesario, como si estuviéramos cuidando a la habitación de que no desaparezca ante nuestros ojos y se lleve a Sandy si hacemos mucho ruido.

Está recostada en la cama y está despierta; no gira a mirarnos cuando avanzamos hacia ella. Tiene sus brazos lánguidos a ambos lados, con las palmas hacia arriba y una de sus muñecas tiene un tubo conectado.

Luce pálida, su piel como ceniza; está delgada, los huesos de su clavícula y su rostro sobresaliendo de forma extraña. Tiene su melena destrozada, sus siempre pulcras trenzas están deshilachadas, varias de ellas caídas del todo, dejando solo un retazo de cabellos desordenados.

Pese a todo es Sandy. Nuestra Sandy.

Antes de entrar me prometí lucir fuerte frente a ella, recordarle que nunca dudé de que volvería a verla, pero teniéndola ahora aquí tan cerca, todas mis emociones se desparraman a mis pies.

Ahora entiendo que sí creí que la había perdido para siempre, que considero un milagro estar mirándola; comprendo lo mucho que la eché de menos, más de lo que me atreví a admitir para mí mismo.

También comprendo, de golpe, que Sandy está destruída por dentro y que no hay nada en nuestras manos que podamos hacer para quitarle el recuerdo del último mes que vivió.

Sandy ha regresado, pero no es nuestra Sandy. Es la Sandy que ese malnacido dejó luego de tenerla en su poder.

—Estoy tan feliz de verte.

Es Samuel quien habla primero, su voz temblorosa y sus ojos inundados en lágrimas. Sandy entonces repara en él y pule un intento de sonrisa, es de esos gestos que no son falsos sino difíciles de sacar porque el cuerpo y el alma no te dan para más.

—Aquel poema sobre la importancia de vivir cada día —dice Sandy.

—¿Qué? —Samuel arruga la frente, al igual que yo.

—Tu poema, el que recitaste hace tiempo cuando fuimos a aquel café. En ese poema pensaba cuando llegabas tú a mi mente. Me daba fuerzas. De todos ustedes recordaba algo y eso me ayudaba a seguir adelante, de ti es el poema.

Cuando parpadeo, siento la mejilla húmeda, así que desvío la cara. Sandy no ha notado que estoy acá o simplemente quiere darle toda su atención primero a Samuel.

—Te eché de menos cada día —confiesa Samuel. Toma su mano con delicadeza, con miedo y la aprieta entre las suyas—. Sandy, te quiero muchísimo. No te lo digo nunca y cuando no estuviste... me prometí decirlo más seguido cuando te encontraran.

—Yo tampoco lo digo mucho —responde ella, sonriendo, cansada—. Lo damos por sentado. Te quiero, Samu.

Samuel la abraza con fuerza, tanto como se atreve por temor a romperla. Besa su mejilla, con sus dedos limpia las lágrimas de ella y luego las suyas propias. Entonces se mueve, el ángulo de visión queda justo para que Sandy me mire.

En el corazón de Sandy •TERMINADA•Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon