12 | Somos como equilibristas

112K 13.3K 15K
                                    

12  | Somos como equilibristas

—Entonces, ¿quieres que le diga a Grace que todo ha sido un error y que su nuevo socio no es Nash, sino Edward «El Rarito»?

Sujeté el móvil a duras penas entre mi hombro y mejilla derecha. Aunque estaba pendiente de Olivia, mantuve la mirada fija sobre el cuaderno de deberes de Lizzie. Solía ayudarle a hacer las tareas del colegio en días como hoy, cuando mamá trabajaba hasta tarde.

—No le pongas motes a Edward. Es un buen chico —me quejé. Acto seguido, di un golpe suave en la mesa para llamar la atención de mi hermana, que estaba muy concentrada buscando la solución de una suma de números de ocho dígitos—. Te has equivocado —le susurré.

Sorprendiéndome por su coordinación, ambas suspiraron al mismo tiempo, aunque fue por motivos diferentes: Olivia porque no me entendía y Lizzie porque estaba empezando a aburrirse.

—No sé a qué viene esto —insistió mi mejor amiga—. Nunca antes te habías quejado por cosas así. Siempre que he intentado facilitarte el trabajo, me lo has agradecido. ¿Y ahora dices que no quieres librarte de Nash?

—Toma, si tanto sabes hazlo tú —se quejó Liz, empujando su libreta de matemáticas hasta que esta cayó sobre mi regazo.

A sabiendas de que no podía seguir prestando atención a las dos conversaciones a la vez, le hice un gesto a mi hermana para que esperase y ella se cruzó de brazos, enfurruñada.

—Con él es diferente —le respondí a Olivia.

—¿Se puede saber por qué?

—Porque somos amigos. Estos últimos días hemos estado hablando y... bueno, congeniamos mucho. Además, es una persona bastante complicada. No creo que le guste la idea de tener que cambiar de voluntario.

Olivia emitió un sonidito extraño, como si por fin empezase a considerar mi propuesta.

—Me gustaría poder llevarte la contraria, pero sé que tienes razón. No veas la cara que puso, ayer por la tarde, cuando fui a decirle que las cosas habían cambiado y ahora es socio de Grace. Parecía un gnomo gruñón.

De repente, una sonrisa empezó a crecer en mis labios. Sacudí la cabeza, porque prefería no saber si se debía a la broma de mi amiga o a algo que iba un poco más allá.

—Ya te lo he dicho —repuse, orgullosa—. Nash suele...

—¿Nash? —Al oír su nombre, Lizzie se inclinó sobre la mesa, con la sorpresa llenándole el rostro—. ¿Así se llama tu novio?

—¿Qué? ¡No!

—Sí —me contradijo Olivia—, lo hizo. ¿Qué te pasa?

—Nada. —Empujé a mi hermana con un dedo para volver a sentarla—. Nash no es mi novio —le espeté entre dientes.

—¿Quién no es tu novio? ¿Estás hablando con Lizzie? ¿O con Devon? Espera un momento. ¿Tienes novio y no me has dicho nada? —Hizo una pequeña pausa, como si continuase asimilando las cosas—. Espero que no, porque eso rompería muchos de nuestros códigos de la amistad. Me sentiría muy ofendida.

Rodé los ojos.

—No digas tonterías.

—Es Jayden, ¿verdad? —añadió con rapidez.

—Eleonor tiene novio, Eleonor tiene novio... —canturreó Lizzie, y yo le tapé la boca con una mano.

—¡Cállate!

—¡Oye, tampoco hace falta que seas tan agresiva! —se quejó mi mejor amiga—. ¿Qué bicho te ha picado?

Justo cuando estaba a punto de responder, sentí cómo los dientes afilados de mi hermana se me clavaban en los dedos. Retuve un grito y me aparté de ella a toda prisa.

Un amigo gratis | EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now