30 | ¿Cómo se besa a alguien por accidente?

78.6K 10.2K 4.1K
                                    

30 | ¿Cómo se besa a alguien por accidente?

No me percaté de mi paso reduciéndose hasta que mis pies se detuvieron a pocos metros de la puerta del instituto. Apreté los labios con fuerza. Me temblaban las rodillas y, por si con eso no bastase, había tantas cosas en mi cabeza que me faltaba tiempo para pensar en todas.

Inhalé con profundidad y miré la hora en mi reloj de muñeca. Eran las tres menos veinticinco, así que la hora del almuerzo debía estar a punto de terminar. Apostaba a que había muchos alumnos que, habiendo acabado ya de comer, daban vueltas por los pasillos del centro. Otros quizás habían preferido ir directamente a clase; mientras que el resto probablemente seguía en el comedor, alimentándose a base de sopa mohosa.

Había miles de lugares en los que posicionar a cada alumno a una hora como esta y mil razones para justificarlo. La verdadera pregunta era: ¿en cuál de ellos se encontraba Nash?

¿Estaría con Scott y Olivia en la cafetería? ¿Con Julie en el pasillo? ¿Tal vez en una de las aulas, repasando para un examen o adelantando deberes? Había tantas posibilidades que me costaba centrarme solo en una. ¿Y si hoy no había ido al instituto? La verdad es que eso me simplificaría mucho las cosas. Llevaba más de dos días evitándolo, corriendo de aula en aula, deteniéndome a mirar antes de torcer en una esquina; todo esto para no verlo, y no me apetecía dejar de hacerlo todavía.

Porque al final sí que era una cobarde.

Con Jayden pasaba lo mismo. Siempre que mis ojos temían haberlo visto, procuraba marcharme de allí lo antes posible. Pese a esto, sí que había llegado a cruzarme con él en más de una ocasión. Sobre todo en clase de francés, en donde solía encontrármelo sentado en una de las mesas del fondo, al lado de Grace, aunque no intercambiamos nada más que unas cuantas miradas llenas de recelo.

Por eso, tenía la sensación de que había cumplido mi objetivo: no quedarme a solas con ninguno de los dos. Y había sido gracias a que, una vez más, el mundo parecía haberse puesto de mi parte: Nash había desaparecido y Jayden estaba demasiado ocupado con su estúpida noviecita —debían haber vuelto a salir— como para prestarme atención. Pero, a pesar de eso, seguía teniendo miedo.

Y es que, en ese momento, mientras estaba frente a la puerta del instituto, con la mochila echada al hombro, me di cuenta de que me faltaba valentía para entrar en ese edificio del diablo.

¿Era demasiado tarde para enrollarme a mí misma en una manta y dejarme frente a la puerta de un multimillonario famoso?

Sí, probablemente sí.

De repente, la campana que daba inicio a las clases empezó a sonar. Acelerada, pegué un respingo y me apresuré a abrir la puerta del instituto. En cuanto esta se cerró a mis espaldas, me crucé de brazos y eché a andar con rapidez. No me gustó llevar la cabeza gacha durante todo el trayecto, pero era la mejor forma que había de pasar desapercibida a los ojos del mundo. No quería encontrarme con nadie.

De hecho, mi único objetivo era llegar a la clase de matemáticas, la primera asignatura del mediodía, sin entretenerme. Pero mi mala suerte no tardó en aparecer. Visualicé la puerta del aula, que estaba desierta, y justo cuando rocé el pomo con la punta de los dedos, alguien gritó mi nombre a mis espaldas.

Antes de reaccionar, tuve una pelea mental conmigo misma. Una parte de mí me animó a continuar, fingiendo no haber oído nada, mientras que la otra insistía en que tenía que cambiar de actitud y afrontar mis problemas. Muy a mi pesar, terminé haciéndole caso a la segunda. Me di la vuelta con el corazón en la boca, justo para ver a mi mejor amiga acercándose a mí a toda prisa.

Destensé los hombros en cuanto me di cuenta de que Nash no estaba por allí. Olivia había venido sola y, a juzgar por la expresión de su rostro, estaba totalmente desquiciada.

Un amigo gratis | EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now