Capítulo 11.

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Capítulo 11: La entrenadora es Maléfica.

Horas después...

Entro en el gimnasio al final de mis clases para encontrarme con el peor de mis temores para mi tutoría de deportes: la Reina Malvada.

Encuentro a Stacy encestando el balón en el aro una y otra vez perfectamente, sin fallar en ningún momento. Al notarme mirándola, deja de lanzar el balón naranja y me observa con una perfecta ceja alzada.

—Blancanieves —su voz resuma disgusto pero sonríe con malicia—. Empecemos de una vez.

Me arroja el balón y yo intento atraparlo... pero se estrella fuertemente con mi hombro. ¡Santas uvas! ¡Eso ha dolido! Hago una mueca de dolor y lo recojo del suelo.

—¿Vas a enseñarme baloncesto? —pregunto, deseando que no sea así. La sonrisa de Stacy aumenta y casi puedo ver como le crecen unos cuernos negros y se le pone la piel verde mientras ríe como Maléfica.

Stacy parece una mezcla de todas las villanas de Disney.

—No. —Me siento aliviada de no tener que jugar ese horrible deporte—. Hablé con la entrenadora y me contó tus penosas deficiencias. No corres, no haces estiramientos, siempre atrapas el balón con la cara en los juegos de voley... —Ella me mira arrugando la nariz—. Es simplemente humillante y desastroso. Como eres una vergüenza para el deporte iremos por partes. Ve a cambiarte, haremos calentamiento y luego mejoraremos tu rendimiento al correr.

Y por "mejoraremos" Stacy se refiere a una extrema carrera de obstáculos en la que participará voluntariosamente todo el equipo femenino de baloncesto. Trago saliva al ver la pista, llena de conos naranjas y barras que se supone que debo saltar. ¡Pareciera que estuviera a punto de entrar en un entrenamiento militar! ¡Esta mujer está loca!

Mi cara de espanto es peor al ver que dos jugadoras de baloncesto traen con ellas dos sacos llenos de balones naranjas y otros de fútbol. ¡Por la NBA! ¿Qué piensan hacer conmigo?

—¿Crees que es una buena idea correr con gente lanzándome balones? —le pregunto a Stacy, jugueteando con mis dedos de puro nerviosismo. Ella me da una sonrisa tan mala que haría temblar a Jafar.

De esta no voy a salir viva.

—Te ayudará a evitar distracciones y mejorará tu habilidad —contesta Stacy sacando un cronómetro de su chaqueta del equipo—. A la cuenta de tres empiezas. Uno...

—No creo que...

—Dos...

—Stacy, yo...

—¡Tres!

Trago saliva y antes de arrepentirme empiezo a correr serpenteando conos naranjas de tránsito. Ya casi alcanzo el último cuando un balón me da de lleno en la mejilla y caigo de costado al suelo.

—¡Por el amor de Lebron! ¿Están locas? —grito, escuchando risas a mi alrededor.

Adolorida y roja de vergüenza, me pongo en pie y continúo la carrera. Lo siguiente en la pista son las barras de medio metro que se supone que tengo que saltar. La primera logro saltarla por milagro de los dioses del deporte y un balón pasa delante de mí sin pegarme. Salto otra barra y eso me da confianza. Pero a la tercera mi destello de suerte se acaba y mi zapato choca con la barra y caigo de cara al suelo, golpeándome la frente.

Empiezo a ver estrellas y pajaritos.

Las carcajadas estallan a la vez que me pongo boca arriba y acaricio mi frente, espantando las estrellas y aves cantarinas. Es muy probable que me salga un chichón por culpa de esas psicópatas.

Blancanieves. (Cuento de Hadas #1) ✔Where stories live. Discover now