Capítulo 27: Alarma de incendios.

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Capítulo 27: Alarma de incendios.

Cuando despierto en la mañana, lo primero que pienso es que debo decirle a mis guardianes de mi magia de fuego.

Sin embargo, cuando bajo al desayuno con Mariana y su familia, decido posponerlo para más tarde y dejar que sean ellos quieren dirijan la conversación. Pero cuando llego al colegio y veo a Elise y Janelle, pierdo toda la valentía para confesar lo que logré hacer anoche.

¿Y si al confesarlo otras personas me escuchan... y esas personas resultan ser espías de los Clanes?

¿Y si mi confesión llama la atención del Clan del Fuego? No creo poder soportar ser acosada por otro clan. Ya el Clan del Hielo me da suficientes dolores de cabeza.

¿Y si mis guardianes no saben de mi magia y eso los mete en más problemas para protegerme?

¿Y si ellos ya sabían de mi magia y no me han contado nada? No me gustaría enterarme de que me han mentido sobre algo tan importante como una peligrosa magia de fuego.

Pero... también existe la posibilidad de que todo lo que pasó anoche fuese un malentendido y que realmente no tuviese magia de hielo. Puede ser que el hielo se derritiera por mi misma magia... y que el calor que sentí solo era una alucinación. Quizá las papas asadas que comí estaban algo rancias. Me parecía que tenían un sabor raro.

Ay, dioses de la cordura. Ayúdenme a mantenerme cuerda, que esta situación empieza a sobrepasarme.

—Mariana nos dijo que lograste congelar agua —dice Janelle con una gran sonrisa—. ¡Eso es maravilloso! En poco tiempo lograrás mejorar tu poder.

—Y realmente lo necesitas —señala Elise—. Ayer nos diste un buen susto.

—Lo sé. Pero nadie estaba más asustado que yo —digo con una mueca—. Creo que estuve a punto de hacerme encima cuando ese hombre entró en el vestidor y yo aún no había salido.

—Debió de haber sido aterrador —dice Janelle y en ese momento suena la campana.

—Vamos a clase. Ya seguiremos hablando de esto luego —dice Elise. Me despido de Mariana y Janelle. Elise me acompaña hasta mi casillero—. Supe que ayer te rescató Martin —dice mi mejor amiga cuando llegamos al casillero.

Me muerdo el labio, pensando en la humillante situación en la que Martin me puso ayer al decir que mis axilas apestaban.

—Sí. Fue una suerte poderlo encontrar fuera del colegio. Literalmente me salvó la vida. Tengo mucho que agradecerle.

—Pero no te excedas en darle las gracias —me advierte—. Recuerda que es el mejor amigo de tu novio.

Enrojezco al recordar el beso entre Stuarth y yo.

—No es mi novio —mascullo, aunque realmente me gustaría que lo fuera.

—¿Quién no es tu novio? —Casi pego un brinco al cielo cuando escucho la voz de Stuarth a mis espaldas.

Me giro, cerrando el casillero en el proceso y con los ojos muy abiertos. ¿Qué se supone que deba decir?

Stuarth luce precioso, como siempre, con su radiante sonrisa que me hace temblar las piernas y su mirada de ángel que me roba el aliento. ¡Ay, Adonis! ¿Por qué lo hiciste tan hermoso?

—Y-yo... Umm... ¡No hablaba de ti, eso te lo aseguro! —digo con demasiada prisa y muy alto.

Mentalmente me doy una bofetada por no haber dicho algo más inteligente y menos delatador.

¡Universo, este es un buen momento para estrellar un meteorito en el colegio!

—Ya veo —dice Stuarth con una sonrisita que no sé cómo interpretar. ¿Es una de comprensión o una de burla? Es más probable que sea la segunda opción, considerando que acabo de ponerme en clara evidencia. De inmediato, Stuarth se pone serio—. Escuché lo que pasó ayer. Lo lamento mucho, nunca debimos apartarnos de ti ni un segundo. El clan está volviéndose cada vez más insistente.

Blancanieves. (Cuento de Hadas #1) ✔Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα