Capítulo 33: Rigel.

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Capítulo 33: Rigel.

Tengo que sujetarme al borde de la mesa para no caerme al suelo de la sorpresa. ¡Bendito helado de chocolate! ¡Rigel, el niño que era mi mejor amigo de la infancia, es en realidad Martin, el mejor amigo adolescente de Stuarth!

¿Qué está pasando con el universo?

—¿Martin? —logro articular, apenas en un susurro. Siento la cabeza darme vueltas, llena de preguntas sin respuestas. No sé qué creer, ni qué decir.

—Ese no es mi verdadero nombre —dice, acercándose con una sonrisa alegre—. Hola, Snow. Te dije que nos veríamos pronto.

—Tú... tú... —Tomo aire para reordenar mis ideas. ¿Qué debo decir primero?—. ¿Desde cuando eres Rigel? ¿Por qué mentiste sobre tu verdadera identidad? ¿Elara era tu criada? ¿Esa era tu casa? —Me recorre un escalofrío al pensar en otra cosa—. ¿Qué hiciste con los verdaderos dueños de la casa y los sirvientes?

Rigel-Martin sonríe.

—Nos conocíamos cuando eras pequeña, Snow, éramos los mejores amigos. Siempre he sido Rigel Dilthey y seguí mi camino como un hechicero en la Academia hasta graduarme. Obtuve grandes logros a muy corta edad y fui concedido con el don de la Mente, lo que significa que puedo alterar, borrar y recuperar recuerdos de las demás personas. —Toma asiento en una de las sillas de la mesa, junto a mí, mientras yo lo sigo mirando boquiabierta—. Fui nombrado miembro del Consejo cuando mi predecesor renunció, entonces me contaron que estabas en peligro y decidí ir a protegerte. Me hice pasar por Martin, el amigo de Stuarth. Alteré su mente, la de Mariana, Ava, George, Nathan y Janelle para hacerles olvidar que me conocieron en el Glaciar y para hacerles creer lo que yo querían que creyeran, así podía mantener mi misión en total secreto.

Frunzo el ceño, dándome cuenta que es cierto. La primera vez que noté a Martin fue cuando conocí a Stuarth, y aunque todos sabían que Martin era el mejor amigo del rubio, no parecían conocer demasiado la vida del pelinegro.

—¿Y tu casa?

—En realidad sí es mía, o de mis padres, mejor dicho. No te mentí, sí vivo ahí y mis padres viajan demasiado. Ellos saben de mi magia porque ellos también son hechiceros de hielo. Pero la mansión no es lo que parece ser. Mis padres la donaron como centro de enseñanza para hechiceros graduados, y algún par de novatos que quisieran aprender algo más. El lugar está protegido de los clanes y recibimos a todos los hechiceros de todo el mundo, sin importar su tipo de magia.

—Por eso nos escondimos ahí —me doy cuenta—. Manipulaste sus mentes para que ellos decidieran escondernos en la mansión.

—Así es. En cuanto ustedes se fueron, decidí irme yo también. Llegué ayer. Tomé atajos más rápidos y me resultó más fácil viajar sin nadie siguiéndome.

—Pero... me mentiste, todo este tiempo, todo era una mentira —digo, sintiéndome dolida. ¿Habrá alguna cosa en mi vida que resulte ser verdadera? ¿Qué es real y qué es un engaño?

Me duele pensar que ese dulce chico que me salvó del clan y ese que me consoló cuando estaba tan hundida por lo de Elise, fuese alguien irreal.

—Sí. Lo admito: soy un mentiroso, los engañé y manipulé a todos. —Rigel se pone de pie ante mí, mirándome con seriedad—. Pero lo hice para protegerte, Snow White, porque aunque hayan pasado diez años desde la última vez que te vi, sigues importándome y sigues siendo mi mejor amiga. Y no iba a dejar que el Clan del Hielo, Fuego o quien sea te hiciera daño si yo podía evitarlo. Mi misión era traerte sana y salva al Glaciar y lo hice. Y no me siento arrepentido de nada de lo que hice.

Su discurso me deja sin palabras, pero aún me siento confundida y dolida. Rigel siente que me conoce desde siempre, pero yo siento que lo acabo de conocer.

Blancanieves. (Cuento de Hadas #1) ✔Where stories live. Discover now