Capítulo 16

4 0 0
                                    

Nate apareció en las instalaciones sin previo aviso, sobresaltando a sus compañeros. La doctora Merch no tardó en recuperarse de la sorpresa y en darle un sermón de madre preocupada a su amigo. Le recalcó, más de una vez, que no podía hacer todo aquello que le antojara siempre que quería, no cuando Sin Rostro era mucho más fuerte que él y podía matarlo en cualquier momento. Claro que esto último se lo guardó para ella. Sin embargo, Nate notificó que por fin había hallado la guarida del villano y que este se estaba desangrando a causa de una herida de bala en el abdomen, si es que no se había desangrado ya. La noticia iluminó los rostros de David y de Diana; Jacob, en cambio, fue capaz de intuir que algo no iba bien.

—Suéltalo, Smith.

Nate miró a sus compañeros, aún enfundando en el traje de lycra. Después, suspiró agotado.

—Había una pared llena de información. Artículos de periódicos locales, de revistas, información de los blogs más respetados de internet... todos ellos hablaban sobre los últimos descubrimientos científicos y de teorías conspirativas —No dijo nada durante los siguientes segundos, momento que aprovechó para quitarse la máscara y tomar asiento junto a la cama de Maia, que estaba más pálida.

—Busca algo relacionado con la ciencia —afirmó David.

—Eso ya lo sabíamos —masculló Jacob.

Nate, en cambio, negó con la cabeza.

—Busca a alguien —susurró. Lo hizo tan bajo que sus compañeros apenas fueron capaces de oírle. Pero lo hicieron. Y siguieron la mirada de Nate, clavada en el rostro de Maia.

—¿A ella? —la pregunta de Diana sonó a una afirmación temerosa.

—En la mesa.

Merch corrió a coger el expediente que había robado Nate.

—Ha estado vigilándola. Hay fotos de hace semanas y eso es imposible. La quiere a ella. O al Sinaxil. Apenas quedan unas gotas. No es suficiente para...

—Podré hacerlo —interrumpió de pronto Diana—. Podré reproducirlo. Crearé suficiente. Jacob, necesitaré tu ayuda.

Este asintió, siguiendo de inmediato a su compañera por los pasillos de las instalaciones. Había mucho trabajo que hacer.

Nate no se dio cuenta de que había pasos que se alejaban de la sala. Lo cierto es que estaba más preocupado que antes; todo él eran preguntas sin una respuesta. Preguntas y miedo. Estaba aterrado. Apenas conocía a la chica que yacía inconsciente en la cama, pero sentía que si la perdía, nada volvería a ser lo mismo. Había preocupación, terror y culpabilidad. Una culpabilidad que venía cargando desde el día en que supo quién era Maia y por qué estaba donde estaba, pero que aumentó nada más tropezar con su rostro en las paredes del enemigo.

Había una conexión que unía a ambos. «Eres Jon González», reprodujo en su mente con la voz de Maia.

—¿Cómo está? —preguntó y esta vez se atrevió a agarrar la mano de la chica, como si con un suave apretón pudiera despertarla y curarla.

David apartó la mirada del expediente de Maia.

—Ha empeorado. Según Diana no lo está llevando bien.

—Lo conseguirá. Diana podrá reproducirlo.

—El otro día mencionaste que Maia estaba aquí por una misión.

Nate asintió.

—Es él. ¡Sin Rostro! —exclamó David levantándose de la silla y acercándose a su amigo— Esto lo dice todo. Hay información y fotos de Maia de hace semanas, incluso meses. Esto lleva tiempo, Nate. Sin Rostro no pudo hacerlo de un día a otro, ni pudo hacerlo solo. Pudo haber viajado por el Multiverso o enviado a mercenarios hasta el universo de Maia. —Le tendió el expediente—. La ha estado observando y analizando. Quiere algo de ella y estoy seguro al cien por cien de que ese algo tiene que ver con el Sinaxil. Bueno, —se corrigió— quizás al noventa por ciento, o a un setenta y seis. Lo que quiero decir es que es él quien ha enviado a esos mercenarios a la otra realidad para vigilar a Maia.

—Pero —objetó Nate—, si ha estado observándola ¿por qué no fue a por ella antes? ¿Por qué ha esperado a que estuviera aquí? ¿Por qué observarla y no capturarla? O matarla.

David abrió la boca, convencido de que tenía una respuesta para la pregunta de Nate. Sin embargo, de esta no salió más que aire. Se dio cuenta de que no tenía una respuesta. No de momento. Así que volvió a tomar asiento y desbloqueó el ordenador en busca de información.

David navegó durante horas por la Red. Le comunicó al detective Reese dónde se encontraba el escondite de Sin Rostro y le pidió que enviara a un equipo de confianza para que lo investigasen a fondo; visitó todos los blogs de Internet que mencionaban al villano; buscó en los foros más turbios alguna entrada a cerca de una droga nueva; examinó a fondo las vidas de aquellas personas que Maia visitó en una de sus huidas; y, finalmente, se animó a hackear al Departamento de Policía para poder acceder a sus archivos con libertad.

Mientras tanto, Nate permaneció en el mismo sitio, tan quieto como una estatua, pensativo y demasiado asustado como para alejarse de la chica.

----------------------

----------------------

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora