Capítulo 19

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Maia y Nate caminaron en silencio hasta llegar a la guarida. Allí, llegados al pasillo central, Maia se paró en seco llamando la atención de Nate. Este pareció preocupado, incluso asustado. Ella tragó saliva con dificultad y dio un paso al frente, con la mirada más allá de los hombros de Nate. Era incapaz de mirarle a los ojos, pues sabía que si lo hacía, rompería a llorar.

—Gracias por dejar que me quede aquí —fue lo único capaz de decir, con voz pausada y susurrada.

—No hace falta que me las des, Maia. Ahora somos un equipo —sonrió. La preocupación había desaparecido por completo de su rostro.

Pero ella negó con la cabeza.

—Podías haberme dejado en ese callejón o encerrarme en una celda para siempre. Pero decidiste ayudarme, velar por mí, darme cobijo. Confiaste en mí y, lo que es más importante, me has dado esperanza. No todos harían eso al...al... encontrar a una chica moribunda con superpoderes —forzó una sonrisa, desconociendo porqué se le hacía tan duro decir aquellas palabras—. Te agradeceré eternamente.

—No —insistió—. Me salvaste de Sin Rostro, ahora ya estamos en paz.

Maia no aceptó, pero sí que paró de insistir. En silencio y bajo la mirada de Nate, jugueteó con uno de los extremos del vestido. El llanto estaba a punto de apoderarse de ella.

—¿Cómo lo llevas? —titubeó él.

Alzó los hombros como primera respuesta. Después, dejándose deslizar hasta el suelo, Maia contestó:

—La ciudad es diferente.

No hizo falta que Nate dijera nada más para que Maia cambiara la respuesta. Este se sentó junto a ella, casi rozando sus rodillas. A esa distancia Maia podía oler su perfume: el mismo que usaba Jon. Cerró los ojos y la primera lágrima brotó de sus ojos.

—No lo sé. Todo ha cambiado tanto en tan poco tiempo...

Quiso añadir que echaba de menos a su padre, a Jon y una vida normal. Que sus sentimientos y emociones ya no tenían nombres ni apellidos. Le hubiera gustado confesar a los cuatro vientos que estaba agotada de seguir luchando por volver con los suyos cuando no sabía con exactitud quiénes eran los suyos. Le hubiera gustado apoyar su cabeza en el hombro de Nate, cerrar los ojos y permanecer en silencio hasta dormirse. Porque Nate le transmitía esa seguridad que tanto ansiaba. Pero que tan difícil se le hacía aceptar.

Pues su novio era Jon y su misión volver con él. 

El otro ladoWhere stories live. Discover now