Debí Decirtelo Antes

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Me duele la garganta de gritar. Llevo haciéndolo horas, o tal vez han sido solo minutos, desde que me recobré del golpe.

Al principio estaba desorientada y me dolía la cabeza. La sangre cae todavía con gotas constantes por mi nuca manchando mi camiseta. El agarre en mis tobillos y muñecas escuece en mi piel, seguramente lo suficiente como para dejarme marca después.

- Siento todo esto.- Su tono es irónico y solo me hace bufar de la rabia.

George parece estar pasándoselo de lo lindo con su paso tranquilo siempre rondando a mi alrededor como si fuese una mosca molesta.

- No entiendo tu propósito.- Digo refiriéndome a la llamada con Nicola de hace unos minutos. Una que me ha revuelto el estómago.- ¿Por que tenerme aquí con vida si yo soy el problema? ¿Para que necesitas a Nicola?

- Para que vea lo que ha hecho. Lo que ha causado por estar jugando con la niña tonta que le roba los suspiros.- Su ceño se frunce y camina hasta mi agarrándome del mentón con demasiada fuerza.- Creísteis que no me daría cuenta de vuestro coqueteo, que nadie lo haría.

Consigo apartar mi rostro con fuerza cuando se acerca aún más, demasiado, que hasta comienzo a temblar recordando lo ocurrido en aquel pasillo.

- Vendrá.- Mi voz suena lúgubre, aunque llena de sadismo. Tanto que me sorprende hasta a mi misma.- Y no precisamente querrá hablar contigo.

No parece contento con mis palabras. Lo se en cuanto una bofetada cruza mi rostro. Puedo sentir el sabor de la sangre en mi labio y trato de no llorar de la impresión. Mostrarme fuerte a pesar de que mis ojos escuecen.

- Tendrá que hacerlo si te quiere con vida.- Gruñe George sobándose la desaliñada barba.- No estoy solo. Somos varios los descontentos con el jefe, y tu eres la causante de todo.

Los había visto. Esa docena de hombres que de vez en cuando rondan la puerta de aquella pequeña habitación. El almacén no puede tener más de doscientos metros cuadrados pues puedo escuchar los pasos pesados de los soldados y algunas conversaciones aleatorias si me concentró lo suficiente.

- Tal vez pueda terminar lo que empecé.- La sonrisa macabra vuelve a iluminar su rastro y siento de nuevo las ganas de vomitar sobre él.

Sin embargo es el coraje el que más me invade. Las ganas de hacerle pagar por cada una de mis heridas y de mis pesadillas. Por suerte sabía que no haría falta mucho tiempo para que se pudriese en el infierno. Tan solo tengo que esperar... Estoy segura.

George debe sentir mi tranquilidad como si leyese mi mente, porque me mira con aquel gesto altivo antes de hablar de nuevo.

- ¿De verdad crees que lo dejaría todo por tí? ¿La familia por la que tanto ha trabajado?- Sus palabras me afectan más de lo que me gustaría.

Tal vez por aquel maldito trato de dos meses. Tal vez por la faceta que se que Nicola tiene. Aquella en la que podría incendiar una ciudad por cuidar de lo suyo. Se lo que le ha costado llegar a donde está ahora, a pesar de lo atrapado que se siente en ello. Su madre perdió la vida por la Mafia, ¿por qué no lo haría él?

- Ya veremos.

Me felicito de que mi voz suene segura. De que genere la misma duda que él me ha generado a mí.

******************************

El hambre me hace un agujero en el estómago. Ahora me arrepiento de no haber rebañado el plato de esa última comida en el comedor de la mansión.

Fuera, todo está en silencio. He intentado localizar donde estoy, aunque no creo que sirva de nada. El frío que se cuela por la pequeña ventana y la vegetación algo grisacia del exterior, me hacen recordar aquellos campos a las afueras de la ciudad a las que nos llevaban de excursión en el instituto. 

Por el sol, que parece atardecer creando luces de colores rosaceas, puedo decir que llevo aquí por lo menos ya la noche y poco menos de cinco horas más.

No se cuantos kilometros de viaje recorrí durante mi secuestro, puesto que estaba inconsciente, pero ojalá no esté tan lejos. Sobre todo para que Nicola pueda llegar cuanto antes.

Porque llegará. ¿Verdad?

La puerta cruje al ser abierta lo que me hace voltear de inmediato hacia aquella sombra. Solo bufo poque se que viene unicamente a fastidiarme. No corro riesgo porque no va a matarme, no aún. Está esperando para hacerlo delante de su jefe, de mi Nicola.

Tal vez eso es lo que más miedo me da. No saber donde pueda hundirse después de eso, igual que cayó tras la muerte de su madre. Se que marcó un principio y un final en su vida, aunque no quiera hablar demasiado de ese tema con nadie.

- Tu noviecito llega tarde.- Su voz suena ronca y enfadada y se siente en una silla cerca de la mía. - Tal vez ninguno de los dos estabamos en lo cierto. Tal vez no le importes tanto.

- Seguramente.- Le digo de forma desinteresada.

Solo finjo no entender lo que quiere decir, que no me afecte. En cierto modo no lo hace. A lo mejor es porque estoy ya demasiado cansada de sus juegecitos o porque le he dado demasiadas vueltas en la cabeza sin obtener respuesta y no tiene sentido seguir preguntandoselo.

- Tal vez le importes tan poco que no le importe que pruebe a su chica.- Su mano se cuela por mi camiseta y, aunque me remuevo, las ligaduras no me dejan alejarme lo suficiente.

Siento la angustia de nuevo y, moverme, solo empeora mis heridas en las muñecas. Si se acerca lo suficiente le morderé, juro que le arrancaré la oreja.

- Jefe.

La voz de un hombre en la puerta me hace suspirar de alivio cuando obliga a George a alejarse de golpe. El tipo es más joven que él, ataviado con el uniforme que tanto he visto en la mansión y parece algo angustiado y con prisa.

- Ya está llegando.

Tu DeudaWhere stories live. Discover now