XLI - Final

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—No pueden interrogarlo sin un abogado presente, ¿quieres que presente cargos en contra de tus malas prácticas?

—No necesitamos entrar en discusiones —contestó el comisionado con una leve sonrisa—. Eso ni siquiera fue un interrogatorio, no hay nada que ocupar en su contra, salvo por la evidencia que ya tenemos, claro está.

—Exijo verlo de inmediato —dijo la mujer castaña con seriedad.

—Por supuesto, claro que puede verlo. Sammy, llévala, por favor —ordenó a la policía que estaba a su lado, pendiente de la conversación.

Ambas se pusieron en marcha y, antes de subir al elevador, Julian White las detuvo.

—Abogada, ¿cómo es que llegó tan rápido? Es casi como si hubiese estado esperando que su cliente se metiera en problemas.

Nona descargó la furia de su mirada sobre él, intentando no mostrar ningún tipo de emoción.

—Un profesional siempre está preparado.

—Desde luego —contestó—, me gustaría tener a gente así de competente a mi cargo.

La abogada asintió con el mismo semblante apacible y serio, y entró en el elevador, siguiendo a la policía.


La condujeron directamente a la sala en la que tenían encerrado a Jhon Wheeler. Era el único detenido, de manera que los pasillos enteros parecían casi desiertos. Algo totalmente natural si se consideraba que el asesino que tenían ahí metido era de extrema importancia. Sammy abrió el candado que mantenía cautivo al hombre y le permitió a esta la entrada.

En cuanto Nona ingresó en la celda y estuvieron totalmente solos, Jhon se arrodilló ante ella, como lo hace el feligrés ante la imagen de Cristo.

—Lo siento tanto.

Nona tomó asiento frente a él, en la cama contigua, tomándolo de las manos para que este la siguiera.

—Todo está bien, no importa. Dime, ¿qué tanto les has dicho?

—Nada, no he dicho ni una sola palabra.

—De acuerdo. ¿Alguna idea de cómo dieron contigo?

—Le dejé una nota al comisionado para que acudiera a una cita so pena de que liberara las imágenes comprometedoras que conseguimos de él, pero había instalado cámaras en su oficina. La primera vez que le dejé una carta, no había nada, pero me confié y dejé una segunda.

Jhon se veía totalmente angustiado, desesperado. No entendía cómo es que había llegado a eso. De alguna manera estaba seguro de que lo atraparían, pero no antes de culminar con su obra.

—Bien —respondió la castaña tras meditar un par de segundos—. Te tienen filmado dejando una nota. Eso no es grave, no hay nada que te vincule al asesino de monstruos, ¿no es cierto? —Jhon se mordió los labios—. ¿No es cierto?

—Mi departamento está repleto de notas que estuve escribiendo para dejar en los siguientes cadáveres, también estuve coleccionando toda la información relacionada al caso, y desde luego, mis herramientas. Esas tienen toda la evidencia orgánica que necesitan.


Nona bajó la mirada, pensando.

—Estoy segura de que para estas alturas el comisionado ya debe haber imprimido una orden de cateo, y con su influencia será aprobada en muy poco tiempo. Esa caja de herramientas podría y será la prueba que te condene, pese a que la mayoría de las evidencias son circunstanciales y fácilmente refutables. Sin eso, podrías haber pasado por un fanático del asesino, hoy en día hay muchos —esbozó una sonrisa. Jhon la miró un momento, intentando descifrar a la abogada—. Me siento muy orgullosa de ti, mi querido Dante.

El diario perdido de Astaroth [Segunda parte de Holly]Where stories live. Discover now