XLII - Sorpresas

114 22 1
                                    

Nona salió del recinto a toda velocidad, mezclándose con la muchedumbre que bailaba agitada a su alrededor, bajo el compás que ella misma había determinado.

No tenía miedo alguno de ellos, sabía de sobra que todas eran buenas personas con heridas emocionales tan profundas como doloras y que solo estaban buscando algo de alivio a su pesar.


Se colocó las gafas oscuras y continuó su camino hacia el departamento de Craig. Tomó un taxi en cuanto se alejó un poco del centro de la ciudad, aunque de modo inquieto. Tenía un extraño presentimiento.

Bajó del auto y subió las angostas escaleras hasta el departamento de su prometido, esperando que no se encontrara con ningún paciente en esos momentos. Era imperativo que le entregara la carta de Jhon. Necesitaba subirla al blog tal y como había subido la última entrada pese a que le había asegurado que no tomaría control del blog bajo ningún concepto en el momento en que le solicitó la contraseña.


Jason estuvo de acuerdo en compartirla, aunque jamás tuvo conocimiento de que alguien más aparte del asesino la tendría.

Ese espacio era del reportero, así lo había dispuesto ella y habría continuado siéndolo si es que este no hubiese desaparecido en la nada.

Nona comenzaba a sospechar lo peor.



—¡¿A dónde pudo haber ido?! ¡¿Es que no estabas al tanto de él?!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡¿A dónde pudo haber ido?! ¡¿Es que no estabas al tanto de él?!

—Por supuesto que lo estaba —Barker intentaba tranquilizar el endemoniado temperamento que sabía muy bien que poseía, todo por no entrar en una discusión aún más grande con Samuel.

—¿Entonces en dónde está?

—Solo bajamos a comprar sodas, ni siquiera tardamos —intervino Caytlin—. Cuando volvimos ya no estaba.

—Casi como si hubiese estado esperando el momento perfecto para largarse —afirmó Michael con seriedad.

—Tenemos que encontrarlo, Michael, en su estado y con esos locos allá afuera, puede sucederle cualquier cosa. Yo iré a buscarlo por los alrededores —se apresuró a coger la gabardina que había dejado sobre la silla.

—Espera —musitó Cat.

—No tenemos tiempo que perder, aún puede seguir por aquí cerca.

—¡Espera! —repitió la joven, elevando el tono de su voz. Samuel se detuvo a mitad de camino hacia la puerta—. Creo saber en dónde está...


Les contó todo acerca de su relación con Brent, de su verdadero estado mental y las razones por las cuales había tenido que fingir una enfermedad como esa. Les aseguró que el detective sabía bien lo que hacía, que los estuvo guiando durante todo su camino. Primero dejando notas sobre sus descubrimientos, el mapa que había recogido, las pequeñas pistas que parecían haber encontrado por ellos mismos, todo eso había sido obra suya y que, por consiguiente, eran ellos quienes estaban en deuda con él.

El diario perdido de Astaroth [Segunda parte de Holly]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora