Capítulo III: Conversación terapéutica

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-¿Katara...?

La muchacha se movió un poco, aún sin despertar.

Aang depositó la bandeja que había traído sobre el buró y comenzó a moverla suavemente por el hombro.

-Katara, despierta...

-¿Humm? -Murmuró entre sueños.

-Despierta, alguien se robó el collar de tu madre...

-¿QUÉ? –Katara despertó al instante reincorporándose rápidamente mientras se llevaba una mano instintivamente al cuello para saber si su collar estaba en realidad ahí o no. Y lo encontró donde siempre, atado a su cuello.- ¿Pero qué... ?

El joven Avatar comenzó a reírse de una manera que la irritó mucho. A los segundos después cayó en la cuenta que había sido una broma (o una medida desesperada) para despertarla.

-¡No fue gracioso, Aang! -Espetó ella frunciendo el entrecejo.

Sin embargo, el chico yacía en el piso agarrándose el estómago debido al fuerte ataque de risa que estaba sintiendo. La morena se cruzó de brazos y esperó a que se tranquilizara.

-Lo-lo siento... Katara... es que como no despertabas... -Habló con dificultad Aang mientras se levantaba del piso secándose las lárgimas de risa.

-¿Y tenías que asustarme usando el collar de mi madre como pretexto?

-A decir verdad, no se me ocurrió nada más para que despertaras -se encogió de hombros. Recordando el motivo por el que había ido a verla, tomó la bandeja del desayuno y se la pasó.-. Vine a dejarte el desayuno ya que después de... de lo ocurrido... -No terminó lo que iba a decir pero la miró significativamente.

Un incómodo silencio se apoderó de la habitación.

-Gracias. No debiste haberte molestado. Ahora deberías estar entrenando fuego control con... el imbécil ese –Sin pensarlo había soltado aquellas palabras sorprendiendo tanto a su amigo como a ella misma por el resentimiento impregnado en ellas.

-¿Por qué lo odias tanto, Katara? –Preguntó su amigo suavemente.

-Yo no lo odio. Sólo lo detesto con toda mi alma -Contestó rápidamente la joven mientras daba un sorbo al té.

-¿Y por qué lo tratas así?

La chica se encogió de hombros sin dar respuesta alguna mientras seguía bebiendo de aquel líquido que se le antojaba realmente exquisito. Frunció el ceño al instante al recordar quién lo había preparado. Ya no le supo tan rico.

-Katara, dime la verdad –la aludida contuvo los deseos de revolear los ojos ante las palabras del Avatar y volvió a levantar la taza para beber pero esta vez, de manera automática para no tener que mirar a su amigo a la cara-, tu comportamiendo con él me hace pensar cada cosa, Katara... -Aang dudó antes de seguir, estaba realmente complicado por pronunciar las siguientes palabras:- ¿ha pasado algo entre Zuko y tú para que ahora lo trates...?

La aludida escupió la infusión de jazmín apenas escuchó lo que su amigo pretendía decir.

-¡Entre él y yo nunca ha ocurrido nada! –exclamó, un tanto desesperada- ¡Simplemente no lo soporto! ¿Es tan difícil de comprender eso, Aang? ¡Además el sentimiento es mutuo! ¡Ni a mí me simpatiza ni yo a él! -Terminó, aliviada de aclarar que nunca nada había pasado entre ella y ese incordio.

-Yo no creo eso.

-¿Qué cosa? -Inquirió de inmediato mientras depositaba la bandeja en la mesita que había al lado de la cama. Se le había quitado el apetito.

No todo es lo que pareceWhere stories live. Discover now