Capítulo XXIII: Festival

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Katara saludó a todos con cortesía y sin dejar de sonreír ─sabiéndose observada─, se abrió paso entre la gente nueva que le presentaban. Fueron muchos rostros en muy pocos minutos. Suki habría estado orgullosa de su desplante si la hubiera visto. Su sonrisa la ayudaba a disimular nerviosismo y a la vez a parecer más cercana y abierta. Se sorprendió al recibir sólo buenos tratos y palabras de amistad por parte de todos.

Sin dejar de considerarle un gran trabajo, se recordó no bajar los muros. Todo formaba parte de la misión.

-Lamento mucho lo sucedido, en serio... –algo incómoda, Katara no sabía cómo había terminado escuchando a ese muchacho. Cogió la copa de zumo de arándanos que anteriormente había dejado ahí para moverse y deshacerse de la tensión. No acostumbraba a ir a fiestas, mucho menos hablar en ellas con chicos guapos y atrevidos como él-, por hacerme el listo terminé... bueno, y tu novio...

Por el silencio que le siguió a sus palabras, ella supo que él esperaba que lo interrumpiera y agregara más detalles al respecto. O quizá hasta lo corrigiera, y pese a que tuvo ganas de expresar la verdad, al buscar a Zuko con la mirada y encontrarlo al otro extremo del salón, imponente, serio y bebiendo con tranquilidad una copa de vino como si estuviera en sus dominios, decidió omitir comentario y cambiar el tema.

-Dime, ¿alguna vez te ha funcionado eso con alguna chica? –Y no pudo evitar reírse indicándole que ya estaba todo olvidado. Se giró apropósito, para perder al ambarino de vista.

El chico también rió, y la ojiazul se sintió inexplicablemente bien.

-Fue una tonta idea de borracho... tú has sido la primera...

-Y última –Agregó ella, terminado la oración al unísono que él.

Más risas estallaron en sus bocas, y esta vez Katara pudo sentir una presión en la coronilla. La continuaban observando. Hasta podía jurar que se trataba de él. Imposible pasar por alto ese calor en la nuca.

Cuando paseaba la vista por el resto de la gente, atrapó a Suki mirando con una sonrisa a su acompañante. Katara no pasó por alto la sorpresa en sus ojos.

Conociendo la malicia que podía llegar a tener esa guerrera, se preguntó qué ideas estaría imaginándose. El sonido súbito que llegó en forma de pregunta a sus oídos hizo que girara la cabeza interrumpiendo el hilo de sus pensamientos.

-¿Perdonaste a este tonto? Yo doy fe que no es un mal tipo.

Ya Shu-la-parlanchina, había preguntado sin temor a sonar entrometida.

-¿Qué hacen acá? ¿Y por qué regresaron de la Nación del Fuego? –No pudo evitar inquirir Katara, por su parte. Le preocupaba cada vez más esa sospechosa coincidencia. Entre tantas personas... ¿por qué ellos?

A lo mejor estaba desquiciándose.

Expectante por la respuesta, Katara vio acercarse lentamente a Suki, y vio pospuesta la ansiada respuesta. Presentó a su amiga con falsa tranquilidad, y agradeció que no hiciera preguntas incómodas.

-Mis padres patrocinan el festival –respondió con bastante ligereza la castaña-, y éste tonto es mi primo... sólo hemos venido por la fiesta... -Tras finalizar la oración, metió la mano en el bolsillo del más hermoso y fino abrigo que Katara hubiera visto con antojadiza lentitud y sacó un cigarrillo de papel blanco.

Katara y Suki asombradas por esa información valiosa, intercambiaron una mirada cómplice, rápida e invisible a los ojos del resto.

-N-no sabía que conocías a los anfitriones, Katara –Comentó la guerrera Kyoshi, mientras se giraba y tomaba una copa con un líquido rosado, ponche de frutilla- así que hagamos un salud, ¡porque esto hay que celebrarlo con alcohol!

No todo es lo que pareceWhere stories live. Discover now