Capítulo XIX: Los Invasores del Sur

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N/A: Gracias por su paciencia. Recomiendo leer el capítulo anterior para recordar más o menos de qué iba esta historia jajaja.

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Katara no podía agradecer más el hecho de que Aang hubiera pedido a todos que durmieran en las afueras del templo. Era genial. Ahora estaban todos en un círculo en sus sacos de dormir, hablando de asuntos que no le interesaban en ese minuto. La luna seguía igual de luminosa que la noche anterior, por lo tanto, podía ver saber exactamente la posición de cada persona a su alrededor.

En serio, aquella era fantástico. Sabía que Sokka estaba a su lado derecho, seguido de Haru y Toph. Sukki estaba a su otro lado seguida de su padre... y al frente, quién más que don simpático.

Ahogando un ruidito, rodó sobre su estómago y se puso boca arriba. Mejor no mirar nada ni a nadie en concreto.

Todo el día había estado evitando la compañía del desterrado, ─y para qué mencionar el número nulo de palabras dirigidas hacia él─, que casi había logrado olvidar su existencia un gran número de horas. Había sido la mejor sensación en mucho tiempo. O así lo sentía ella.

De esa forma no tenía por qué lidiar con su voz fría y palabras cortantes. ¡Y la manera en que se apartaba de ella la ponía de los pelos! Durante el entrenamiento de la tarde con Aang, y cuando éste pidió que se enfrentaran ellos dos, ella gustosa estaba ya tomando posición de ataque, pues no quería desperdiciar semejante oportunidad de propinarle unos buenos golpes disfrazados de práctica, cuando vio con decepción cómo el pelinegro se negaba con rotundidad y daba el entrenamiento por finalizado.

Por eso es que al omitir su existencia ya no tenía que lidiar más con la molesta sensación de que él en realidad no soportaba su presencia. Era chocante para ella pensar eso, y sentía tal peso, que había decidido mejor no darle más vueltas al tema. Ni nada concerniente a él. Porque aunque ella tampoco estuviera tocando el cielo cada vez que compartían el mismo aire de la habitación, no lo rehuía tan descaradamente y podía perfectamente pasarlo por alto. ¿Era demasiado pedirle a él que se comportara de la misma forma?

Ya le había quedado claro con la última conversación del día anterior que él no la encontraba de ninguna forma agradable, ni la consideraba como un mujer en sí... pero no era necesario exacerbar tanto los modos.

¡Por Agni, sólo tenía que ignorarla, no salir prácticamente corriendo del lugar haciéndola sentir despreciable!

Y ahora no le quedaba más que agradecer desde el fondo de su corazón, que Aang quisiera que durmieran todos juntos para sentirse más "en familia", dejándolos a todos en el mismo metro cuadrado.

Volvió a bufar, sintiéndose muy molesta con su amigo. Por último hubiera sido parte de sus poderes de Avatar o algún tipo de premonición... pero no. Sólo era un deseo que tenía. Quería que todos se acercaran... ¿era en serio?

Revoleó los ojos, permitiendo a su mente sólo una fracción de segundos viajar a los momentos en que ella se había sentido muy cercana a aquel principito escurridizo.

-I-iré a buscar agua –Dijo de repente Katara, mientras salía con dificultad del saco de dormir, pensando en cuánto añoraba la cama en la que anteriormente había dormido.

Nadie pareció escucharla, todos parecían enfrascados en una acalorada discusión sobre cómo arreglarían las cosas post-guerra.

Se dirigió con lentitud y desgana a la cocina, sin dejar de cuidar en no mirar hacia cierta dirección. Lo que no esperaba era encontrarse con la siguiente escena: Aang y Zuko estaban sentados a la mesa platicando en voz baja, y con una expresión tan sombría en el rostro que ella inmediatamente se preocupó. Debía haber problemas.

No todo es lo que pareceNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ