Capítulo XXXI: Aang Evanescente

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N/A: Saludos a todos. He estado perdida pero ahora he vuelto con una nueva actualización. Espero sus comentarios y saber que aún hay gente siguiendo esta historia jajaja.

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-¡Equipo Avatar, agrúpense!

El sol quemaba las cabezas de todos los jóvenes reunidos ahí con el mismo deseo en común: practicar estrategias para terminar la guerra con La Nación del Fuego.

El terreno árido y seco les recordaba inconscientemente a sus futuros oponentes.

Sokka en su calidad de líder del grupo, llevaba la batuta al hablar:

-Para derrotar al Señor del Fuego... o en este caso, al Señor de la Sandía, nuestra coordinación debe ser perfecta. –Se dejó caer de rodillas en la tierra, y en ella empezó a trazar dibujos simbólicos con una rama de madera. Los demás se inclinaron para mirar de cerca con atención- Primero, Suki y yo distraeremos su ataque, entonces Katara y Zuko entrarán con un ataque combinado, y mientras el Señor de la Sandía esté distraído, Aang arremete y... ¡Bang! Asesta el golpe final.

-Ahm... ¿y qué hay de mí? –Preguntó Toph.

-Por ahora serás el Señor de la Sandía. –Le informó el espadachín.

-Entonces, ¿puedo arrojar rocas en llamas por sobre ustedes?

-Lo que sea para hacerlo más realista. –Respondió Sokka, decidiendo ignorar la mirada belicosa que destellaba en todo el rostro de la pequeña bandida.

-Fantástico.

El combate empezó después de que cada uno tomara su lugar tras peñascos en la base del montículo pedregoso.

Toph empezó a reír frenética, y atentos a la señal de Sokka, comenzaron a correr de forma estratégica a ciertos puntos del terreno escarpado.

***

Katara no tuvo mucho tiempo para congratularse por su excelente dominio con las rocas ardientes, o los robustos soldados de piedra enviados por la bandida. Ni tampoco por la magnífica lucha combinada con Zuko. La vacilación enorme que mostró Aang a la hora de liquidar la figura inerte del Señor de la Sandía fue tal, que el resto del grupo se le quedó observando con fijeza y abierta expectación.

-¿Qué estás esperando? –bramó Zuko, impaciente- ¡acábalo!

-No puedo –Casi voz en cuello, Aang miraba laso la figura que yacía erguida e ignorante a todo.

-¿Qué pasa contigo? –hacia el calvo se acercó Sokka, caminando medio molesto- si esto fuera real ya estarías frito por un rayo, amigo.

Aang estaba encogido en su postura:

-Lo siento, no creo que sea lo correcto... -vaciló- No me sentí yo mismo.

Sokka le lanzó una mirada de escepticismo. Desenvainó su espada y de un solo seco movimiento cortó la cabeza del Señor de la Sandía.

Pero Aang no vio eso, cerró los ojos antes del gran final. No pudo reunir el coraje suficiente para ver semejante fruslería de asesinato. Sokka quizá advirtió en él tal debilidad, determinado y hasta un poco temible soltó:

-Listo, así es como se hace.

Aang se quedó mirando realmente impactado cómo Momo tomaba en sus manos la mitad de la sandía que había hecho de cabeza, y empezaba a devorarla con avidez.

No todo es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora