Capítulo XXII: Polvo de estrellas

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Todos los miembros del grupo ensayaron y estudiaron sin descanso para aquella fiesta. Cada uno debía saber y comportarse con seguridad y aplomo. Habían estudiado sin parar las normas de etiqueta, recitado de memoria los pasos de baile, aunque una vez puestos en práctica dejaban bastante que desear. Zuko trataba de enseñar someramente ciertas cosas, mientras que a otras les daba la más alta importancia; como en los modales tradicionales del Reino Tierra. Podrían ser descubiertos si no se comportaban como el resto.

Ya de noche, nuevamente alrededor de la fogata conversaron sobre lo que harían al día siguiente. Era el Festival del Cuervo.

-Vamos a las luchas, yo me ofrezco para pelear de nuevo, y con el premio retoman las compras que faltan –Decía Toph, empecinada y emocionada por volver a machacar cráneos.

-El festival empieza a las ocho de la tarde, y la primera pelea es a las cinco, por lo tanto, para cuando derrotes a todos y llegues a la semi final, serán las nueve, y a esa hora las tiendas están cerradas. –Explicó Sokka rascándose la cabeza, desesperado por una solución.

Debía haber alguna forma para asistir en conjunto al maldito pero delicioso festival. Él y Sukki habían logrado comprar lo necesario para disfrazarse, todo gracias a Toph ─al tener nulo poder el usar el apellido Bei Fong para conseguir una rebaja─, donó parte de su dinero para que ella lograra comprar el vestido.

Aang había comprado un traje muy variopinto que no le sentaba tan de maravillas como él creía cuando lo mostró al grupo.

Todos acordaron en que no debía usarlo. Atraería demasiado la atención. Había sido una compra inútil, pensaban con resignación, aunque nadie lo expresó en voz alta para no pasar a llevar sus ideas sobre moda.

Zuko, por su parte, sabihondo en el tema de la etiqueta y eventos sociales de alcurnia, encontró la vestimenta adecuada incluyendo los zapatos y una camisa por un costo proporcional a la calidad; aquel ropaje no duraría para dos o tres ocasiones más sin terminar raída de forma insultante.

-Vayan ustedes, no es imperioso que ni Aang ni yo acudamos, ¿verdad? –Cambió su discurso la chica ciega repentinamente.

Aang asintió con la cabeza, aunque sin poder disimular la decepción.

-Es verdad, chicos, vayan ustedes. Si el tiempo estuviera a nuestro favor... -Y dejó la oración inconclusa, para luego encogerse de hombros y empezar a devorar la cena, pusilánime.

Y el plan quedó delimitado a la asistencia de Sokka, Zuko, Suki y Katara. Asistirían en grupo los cuatro, y no como parejas como se empecinaba en decir Toph.

-Vamos, no te desanimes, sabes que eso de la piedra es una mentira para ocultar juegos de poder –Soltó Zuko cuando ya casi todos se habían ido a dormir.

-Lo sé... pero aún así quería ir con ustedes... -Aang se mantenía necio y negativo.

Zuko no supo qué más decir. Al fin y al cabo nada lo haría cambiar de sentir. Si hubiera estado en su lugar, también se encontraría decepcionado y molesto. Un evento así, aunque fuera de estirados, como Toph escupía con escarnio, era un excelente escenario para enterarse de muchas cosas. Y ver otras más. Vivir diferentes experiencias. Era novedoso y nuevo para todos, salvo para él, por supuesto.

Para el príncipe ese festival era como recordar lo bueno de su vida. Si no era lo único bueno.

***

-Estás espléndida –Elogiaba Katara a Suki, mirándola caminar con un vestido vaporoso que le favorecía de maravillas, horas antes del festival-. Te comerán. –Rió divertida y con admiración. Conociendo a su hermano, él lo catalogaría como escandaloso por decir lo menos.

No todo es lo que pareceWhere stories live. Discover now