Capítulo XI: A hurtadillas

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Nadie en el grupo pareció sorprenderse por la repentina fría cordialidad que ahora Zuko y Katara tenían el uno con el otro, debido a que coincidió con que apenas unos días después de acordada esa tregua, él y Sokka habían llegado con una gran sorpresa; Suki y Hakoda estaban de regreso.

A todos les pareció normal e incluso esperable que Katara cambiara su actitud hacia Zuko, ya que había ayudado y arriesgado su propia vida para traer al líder de la Tribu Agua del Sur a escapar de la Roca Hirviente, la prisión con más alta seguridad de toda la Nación del Fuego. No obstante, para él, aquella aventura lo había dejado con un gran pesar.

La había visto, a Mai, y había visto el dolor en sus ojos. Le había reprochado y tratado como traidor. Y lo merecía. La carta que le había escrito no había sido una de sus mejores composiciones, pero comprendía que estuviera profundamente herida. Y el haberla encerrado no había mejorado mucho las cosas. Sin embargo, sentía también algo de alivio.

"No se trata de ti, se trata de la Nación del Fuego. Hice esto para salvar a mi país", le había explicado y quizá la había convencido en algo, pues estaba seguro que había sido ella la que los había ayudado a escapar exitosamente en la góndola.

Sentía un nudo en el estómago cuando recordaba sus ojos y cómo lo habían mirado cuando la había dejado encerrada en esa prisión. Esos ojos grises que seguía encontrando tan preciosos como antes y que le agitaban el corazón como ningún otros.

Suspiró confundido cuando el recuerdo de otros orbes llegó a su mente. Estos eran tan azules como el mismo cielo. Saudió su cabeza con desesperación. Se obligó a pensar en Mai de nuevo. Había creído que ya no sentía nada por ella, que a lo más era un rescoldo de sentimientos, pero no se había preparado mentalmente para verla y eso había causado un gran impacto en él. La necesitaba. La extrañaba. Deseaba que terminase todo pronto, que Aang venciera a su padre para así poder volver con ella. Abrazarla y sentirla a su lado. Escuchar sus comentarios de indiferencia hacia todo. Después de haberla visto arriesgar su vida para salvarlo, guardaba esperanzas de que pudieran reanudar su relación. De seguir juntos y felices.

Ya, detente con el melodrama, masculló en voz baja para sí mismo. Había pasado todo el día encerrado en su habitación dándole vueltas al mismo asunto pese a que el escape de la Roca Hirviente había sido hace un par de días atrás. Quizá le hacía falta poner fin a su cautiverio y salir a tener algo de contacto social, a conversar con otro ser humano.

Armándose de ánimos, salió de su cuarto en dirección a la cocina del templo. Esperaba que el resto del grupo estuviera reunido ahí, conversando y riendo. Quería distraerse. Sabía que ellos se habían dado cuenta de su actitud pusilánime y lo habían dejado tranquilo, ni siquiera Aang le había exigido continuar con el entrenamiento los últimos dos días. Quizá el Avatar también sentía que se debían un descanso después de todo.

Qué extraño, no había nadie en el lugar. La cocina estaba completamente vacía. Se sentó en una silla, aburrido. ¿Ahora qué haría? Bueno, no sería mala idea aprovechar el tiempo y ponerse a entrenar. Sin dudas eso lo ayudaría a despejar su mente. Una buena práctica de fuego control siempre lo ayudaba a aclarar sus ideas y a replantearse las dudas con nuevos aires.

Sintiéndose más animado, se disponía a dirigirse a las afueras del templo cuando un fuerte ruido lo alarmó. La tierra se había movido a tal punto que casi había caído de bruces.

¿Pero qué demonios...?

Alterado y preocupado por la posibilidad de que Azula los hubiera encontrado, se apresuró a salir a su encuentro. Quizá había llegado el momento de enfrentarla. Por fin. Y aunque no sobreviviera, daría su vida por hacer lo correcto, por hacerle la tarea más fácil a Aang y al resto del grupo. Lo haría por su Nación, la quería ver libre, y tranquila, y por el resto de las miles de personas que estaban sufriendo por culpa de la guerra. Y también por su tío. Ojalá llegara a sus oídos que él había muerto defendiendo lo que era correcto. Defendiendo el bien.

No todo es lo que pareceWhere stories live. Discover now