Cerveza y música desconocida

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El lugar era, de forma literal, el infierno. «Club Hades» rezaba el cartel sobre la barra. Los barman iban vestidos con capas rojas y cuernos con luces. Tristán no pudo evitar preguntarse si no estarían confundiendo la fiesta de graduación con Halloween.

—Así que, chico Tomasini, ¿qué edad tienes?—cuestionó Staphina acercándose a la barra. Estaba fumando su tercer cigarrillo desde que entraron y a Tristán, los cigarros, no le parecían tan repugnantes como momentos antes.

—Mi nombre es Tristán, ¿crees que podrás recordarlo?—pidió el chico mirando a los hombres.

—Tristán, está bien. Mi capacidad cerebral es del tamaño de una nuez, pero creo que podré con ello. Ahora dime tu edad—insistió llegando al borde de la barra.

—Esto... 14 años.

Staphina lo miró y sus ojos se agrandaron. ¡14 años! ¡Pero si la chica debía mirar hacia arriba para verlo a los ojos!

—Pues... sí que te dan buena comida tus padres—dijo y luego, dirigiéndose al barman, agregó—: Una cerveza muy fría y una Coca Cola.

—Muchas gracias, Staphina—dijo el chico tomando el vaso.

—No hay de qué, Tristán—respondió con un ligero bigote de cerveza sobre los labios, el cual se encargó de lamer descuidadamente. Su lápiz labial no se corrió.—Ven, te presentaré a mis compañeros de mierda.

Satphina tomó la mano de Tristán y lo llevó entre los sudorosos cuerpos que bailaban apretados al ritmo de la música. Magnetics Fields II de Jean Michel Jarre sonaba a todo volumen por los parlantes. Claro que Tristán no tenía idea del nombre de la banda, mucho menos de la canción, pero al poco tiempo había comenzado a mover los hombros al compás de la música.

Vestidos amplios, calzas de colores, peinados esponjosos reinaban por el lugar. Tristán intentó, en vano, llevar su cabello hacia arriba, para que pareciera que tenía más volumen. Staphina se rió un poco de él. Bastante. Se rió hasta que llegó a un grupo de chicos con cerveza en una mano y un cigarrillo en otra. ¿Qué le veían de atractivo despedir humo como un automóvil? Tristán volvió su vista a Staphina que exhaló en ese momento por entre sus labios el humo que había inhalado, y comprendió el atractivo de fumar.

—Está bien, Tristán. Te presento a la peor escoria del salón de clases: mis amigos—dijo la muchacha con dramatismo, tocó su cabello antes de señalar uno por uno a los chicos—. El de polvos blancos es Marti, la de la terrible permanente es Melanie y es la novia de este tonto de allí, Robert. La de el maquillaje exuberante es mi mejor amiga, Leticcia. Ahora, bola de frikis, este niñato es Tristán, hijo de los Tomasini. Y no, no sé que mierdas hace aquí—agregó encogiéndose de hombros a la pregunta implícita en los ojos de sus amigos.

Tristán comprendió en ese momento que Staphina adoraba decir malas palabras. No le importó.

—Buenas noches, como Staphina dijo, mi nombre es Tristán, estoy encantado de conocerlos a todos, espero que estén disfrutando de la tan amena velada de su graduación —comentó el chico con una sonrisa sincera.

Y los jóvenes estallaron en carcajadas. Incluso Staphina. Tristán no comprendía de que se estaban riendo exactamente. ¿Había dicho algo gracioso? No entendía que podía haber dicho mal, él nunca hablaba con nadie que no fuera de su familia o Zamara. ¿Tal vez la risa era una forma de decir: «Hola, te aceptamos aquí»?

—Staph, ¿de dónde carajo sacaste a este tipo? —preguntó Marti secando lágrimas invisibles de sus ojos.

—Ya, él habla así. No pregunté el porqué, no es de mi incumbencia...—comenzó Staphina.

Tristán //Enfermiza obsesión Where stories live. Discover now