Los recuerdos sin memoria

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Actualidad

Tristán intentaba recordar. Quería saber si el día anterior había bebido sopa de pollo o de choclo, quería recordar si se había dado una ducha en la última semana. En realidad, el notaba una gotera en su mente, con recuerdos que se escapaban lento y constante. A veces pensaba que se debía a que no prestaba mucha atención a ciertas cosas, otras creía que era la medicina, otras simplemente no le daba vueltas.

Así que, mientras Máximo apagaba el cigarrillo en el cenicero y Maddy le gritaba por fumar, Tristán desconectó, perdiéndose entre un mar de preguntas y recuerdos viejos:

—¿Dónde estaba la noche del sábado? —preguntó el oficial.

—Aquí, como siempre.

—¿Qué hacía fuera de su casa? —inquirió.

—Buscaba a mi amigos...

Diferentes voces, diferentes recuerdos, situaciones escalofriantemente similares.

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1999

Tristán estaba preocupado, no estaba seguro como podía ser que hubieran pruebas en su contra, era claro que él no podía salir del centro de salud mental.

—Oficial, eso es imposible, no puedo salir... —comenzó e'l.

—Pero lo haces, ¿no es así? —interrumpió el oficial con amabilidad.

Ambos hicieron silencio mientras Tristán procesaba las palabras del oficial.

—Sales de aquí, y nadie lo sabe. Así fue como fuiste al funeral de mi abuela, ¿acaso pediste permiso para eso?

Ambos sabían la respuesta.

Tristán bajó la mirada y toqueteó sus dedos. Un eco en su cabeza rogaba que el policía se callara, ese era su secreto, "nuestro secreto".

—Tristán, sería más fácil que...

—Yo no la maté, no pude haberlo hecho, era demasiado igual a Staphina.

Tristán comenzaba a ponerse cada vez más nervioso, respiraba profundamente y rascaba con fuerza la piel de sus dedos.

—Tristán, sabes que ese es exactamente el motivo por el que estoy aquí. Tú...

Y Tristán comenzó a gritar.

Y la enfermera le administró calmantes.

Y el policía abandonó el lugar.

Y Tristán durmió por casi dos días enteros.

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1982

El teléfono de la casa Tomasini estaba sonando. Era tarde y la familia acababa de cenar. La señora Tomasini estaba sentada en el sofá, con una copa de vino tinto a medio tomar y el señor Tomasini leía un libro romántico. Y Tristán oía música.

Una de las sirvientas se acercó diciendo que la llamada era para Tristán, los ojos del muchacho se iluminaron y su padre casi sonrió un poco burlón.

—Tristán Adam Tomasini ha cumplido su cuota semanal de llamadas telefónicas...

—Madre, puedes descontar los minutos que use la línea de la semana siguiente, por favor, debe ser importante.

El chico casi suplicaba con los ojos.

—Su amigo dijo que era importante, sí —agregó la empleada.

La madre hizo un gesto de desagrado y le indicó al chico que podía ir a atender.

—Supervisa su conversación —le indicó a la joven sirvienta mientras abandonaban la estancia.

Tristán //Enfermiza obsesión Where stories live. Discover now