Tan preocupante como desvanecerse

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Actualidad

Luego de despedirse de Robert, Tristán subió a su habitación, se sentía bastante cansado y le apetecía dormir un rato. Por lo general el único momento de paz que podía tener era al dormir, casi siempre.

Maddy lo esperaba en el pasillo del segundo piso con una sonrisa.

—¿No estabas en la escuela? —preguntó Tristán.

—Es domingo, estaba repasando para una prueba, lamento no haber bajado a saludar, me da vergüenza y no me gustan los policías.

—No hay problema —aseguró Tristán, sabiendo que algo se le escapaba de la mente, como una gotera que filtraba sus pensamientos.

—Te ves cansado, ¿tomaste la medicina? —cuestionó la chica cruzándose de brazos.

Tristán la observó con cariño, ¿qué habría sido de él sin ella y Robert? Máximo también era de mucha ayuda, pero no llegaba a entender del todo su situación. Máximo solo le caía bien por como quería a Maddy, aunque eso no quería decir que no lo quisiera. Los sentimientos de Tristán por la gente solían ser complejos.

—Por supuesto. Voy a dormir una siesta, hay comida abajo —dijo él.

Amanda era una fugitiva, como él. Había escapado de su casa de acogida hacía ya dos años, junto a Máximo. Aunque Máximo no había escapado de una casa de acogida, Tristán no podía recordar de donde se conocían ellos.

Cuando Maddy se escapó fue con la intención de ocupar esta casa y buscar a Tristán. Su prima segunda o política (Tristán no estaba seguro, su conocimiento de la familia era bastante escaso) le había dicho a la niña que solo quedaban ellas dos y un primo loco, un primo loco que se suponía tenía todo el dinero de la familia. Eso buscaba Maddy cuando lo encontró, el primo loco que su difunta madre nombraba.

O eso creía Tristán. Cuando Maddy le contó la historia él estaba bastante mal, viviendo allí solo, con Staph como única compañía. No lo recordaba muy bien, pero lo sabía.

Así había sido.

Se acercó a Amanda que lo miraba extrañada y la abrazó.

—Gracias —susurró en su oído acariciando la negra cabellera de la chica.

Se fue a su habitación, acostándose en la cama que Robert había comprado para él. Las paredes, antes llenas de vida, ahora eran blancas y la humedad ya estaba haciendo mella en ellas.

Se recostó, con la intención de contar Mississippis para dormir,recordando a un psicólogo que había tenido y lo había recomendado. "Las ovejas son fáciles de olvidar, en cambio, para decir la palabra Mississippi debes pensar".

A Tristán le funcionaba.

Pero esa tarde los Mississippis se convirtieron en recuerdos.Recuerdos que no necesitaba recordar. Memorias que dolían en lo más profundo de su mente enferma.

Recuerdos felices.

..................

1982

Cuando todos eran felices.

Él era bastante feliz. Zamara había hablado con sus padres,asegurando que las "conductas rebeldes" de Tristán, como ellos las llamaban, se debían al ahogo emocional y de expresión que sufría por parte de sus padres. Sonaba mejor de lo que era.

También aseguró que sería enriquecedor educativamente hablando que Tristán se relacionara con chicos de su edad.

Su padre, luego de aplicar el castigo por tal desobediencia, accedió a los consejos de la institutriz mientras Granny Matozzani aplaudía encantada.

Tristán //Enfermiza obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora