Camino a la miseria

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1982

Tristán corría hacia el parque. En realidad se podría decir que casi volaba de tal velocidad que tenía. Le costaba respirar, sentía como el aire quemaba sus pulmones al entrar y como el corazón parecía palpitarle en la cabeza.

Necesitaba llegar.

Rápido.

"No llegarás".

—Cállate —susurró Tristán al viento.

Staphina lo esperaba en la fuente. Estaba sentada en el piso, con la cabeza entre las rodillas y la espalda pegada a la fuente. Su cabello estaba atado, Tristán jamás la había visto con el cabello atado.

Llegó a su lado jadeando y ella alzó la mirada. Sus ojos estaban rojos.

—Tristán, debo huir. Hice algo malo y debo salir del país antes de que amanezca, necesito tu ayuda para alejarme lo suficiente de la ciudad y...

El llanto le impidió seguir hablando.

Tristán sentía el vacío del parque en sus entrañas, sobre su cabeza, pitando en sus pensamientos, sentía el vacío mas no el silencio. Casi nunca estaba en completo silencio.

Él se sentó a su lado y rodeó sus hombros con el brazo, ella se aferró a él como si de un bote salvavidas se tratase, su cabello estaba húmedo y olía a shampoo.

—Te ayudaré, haré lo que necesites, querida mía. Necesito que respires y me digas que se supone que hiciste y de quien debes huir.

—Tristán, ay Tristán. Eres el único capaz de entender esto, solo contigo puedo contar, mis amigos... no me apoyarían nunca.

Ella escondió la cabeza en el hombro del chico y él podía asegurar que su respiración entrecortada no se debía a la carrera de hacía rato.

—Eres tan niño y tan adulto a la vez. Es hacer que cargues con demasiado pero...

—Staphina, puedes contar conmigo para lo que requieras, por favor sé clara.

Ella lo miró a los ojos, estaban tan rojos e hinchados que casi no se distinguía su color.

—Mi madre está en el hospital, pasando la noche con la hermana mayor de papá, hoy la operaron y nadie podía cuidarla, mi madre ni siquiera es cercana a ella pero papá se lo pidió y ella nunca se niega a hacer lo que él pide y... fue. Yo me quedé con mi padre, calenté la cena y él comenzó a tomar. Y a insultarme, cuando le pedí que parara me golpeó, demasiado —dijo levantando su blusa y mostrando moretones que recién comenzaban a formarse, Tristán pensó que tal vez la hinchazón de los ojos no se debía solo al llanto —. A continuación empezó a ponerse cada vez más violento, y el alcohol hace cosas en él que... se acercó demasiado mientras lavaba los platos, yo no quería tenerlo cerca, no podría soportarlo otra vez. Cuando él... te ahorraré detalles, perdí los estribos y lo apuñalé. Directo en al cuello, clavé el cuchillo en su cuello. Maté a mi padre, Tristán, y ahora debo huir.

Tristán se quedó de piedra, mientras en su cabeza, las voces reían burlonas.

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1999

Tristán siempre había tenido habilidad para escapar de los lugares, más cuando estos eran centros de salud. En ese mismo momento lo estaba haciendo. Corriendo por las calles con su pijama verde claro.

Corría hacia el descampado. Conocía el lugar, las enfermeras lo habían encontrado una vez allí, hacía casi un año. Nunca estuvo seguro de como ni porqué llegó allí.

La farola que se suponía iluminaba ese tramo de la calle estaba rota, por eso el terreno estaba tan oscuro. Había un trozo de cinta policial colgando de un poste. Tristán se preguntó varias cosas mientras contemplaba el lugar: la primera era respecto al paradero de Sheila antes de ser encontrada, ¿estuvo allí todo ese tiempo o estaba viva y al matarla la arrojaron en ese lugar para ser encontrada? Luego estaba el hecho de que las  pocas pistas apuntaban a él, ¿qué pistas? El oficial no se lo había dicho.

Tristán //Enfermiza obsesión Where stories live. Discover now