23: Solo fue sexo

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No sé cómo hago para no botar espuma por la boca de lo furiosa/rabiosa que estoy. Ni siquiera me doy cuenta de que las personas poco a poco empiezan a llegar luego de la hora del almuerzo. Sarah Cole, la esposa de Baxter (del puto mentiroso que hace un par de días confesó haberse enamorado de mí y que anteriormente dijo que Sarah era su ex novia), camina detrás de mí hacia la oficina de él.

No soy una secretaria, pero ahorita mismo cumpliré la función de una.

Toco la puerta con mi puño. Escucho un «pase» de Baxter antes de abrirla y entrar.

Él, detrás del escritorio, sonríe al verme. Deja lo que está haciendo, que es revisar papeles, para ponerse de pie.

—Madison... —empieza a hablar, pero niego para cortarlo.

—Señor Cole, su esposa ha llegado —digo. Arqueo una ceja. Sarah entra detrás de mí. Me quedo de pie mirando la reacción de Baxter, que es básicamente fruncir el ceño y abrir la boca, anonadado. Se queda un buen rato mirándome aturdido, cuando dirige su mirada a la mujer detrás de mí con reconocimiento, sé que es verdad.

Albergaba un poco de esperanzas al creer que aquella mujer mentía, pero al ver el rostro de Baxter puedo afirmar que estoy equivocada.

Ella dijo la verdad.

Y Baxter me mintió.

—Ya puedes marcharte, quiero hablar con él. —Sarah habla sin mirarme para adelantarse hacia su querido esposo.

Trato de no apretar los puños. En vez de aquello, sonrío sin sentir realmente aquella sonrisa.

—Por supuesto, todo tuyo —murmuro con ironía antes de salir y cerrar la puerta detrás de mí.

Miro por toda la oficina en busca de mi hermana, pero sigue sin aparecer. Cojo mi bolso y corro hacia el ascensor, este se abre y de allí salen varias personas, entre ellas, mi hermana y nuestros amigos.         

—¡Madison! —Meg me sonríe levantando un sándwich—. Te traje esto, lo siento por demorarme, pero había demasiado gente en la cafetería. ¿Eso está bien?

Tomo el sándwich y me meto un gran bocado en la boca, para no tener que hablar. Porque si hablo, soltaré fuego por la boca, o lágrimas por los ojos. Y no quiero sufrir. Mi corazón está estrujado y con eso es más que suficiente.

«No montaré una escena, no montaré una escena.» Me repito en mi mente.

No lo hice con Devan, con quien llevé varios años de relación, mucho menos lo haré con Baxter a quien conozco hace poco más de un mes.

—Quiero irme —digo con la boca llena cuando Trevor y Susie se despiden alegres para dirigirse a sus lugares mientas yo permanezco cerca al ascensor con Megan a mi lado.

Ella se da cuenta de mi estado porque frunce el ceño mirando mi bolso.

—¿Qué te pasa? —pregunta asustada.

Miro detrás de mí para asegurarme que no haya nadie a nuestro alrededor, y al ver que estamos seguras, la miro.

—Baxter tiene esposa.

Ella frunce el ceño al oírme hablar con la boca llena.

—¿Perdón, qué dijiste? Creí que habías dicho que Baxter tiene esposa. —Se ríe.

Trago con fuerza mi sándwich y guardo el resto en el envoltorio para luego meterlo en mi bolso.

—Eso dije. ¡Ese maldito imbécil está casado!

Sus ojos verdes y grandes se abren de más.

Abre la boca para hablar, pero aparece Johann por el pasillo y al ver a mi hermana sonríe. Megan cierra la boca y me da una mirada alucinada antes de voltearse hacia él.

Entre las sábanas | EN FÍSICOOnde as histórias ganham vida. Descobre agora