41: Diversión asegurada

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Como es nuestro último día aquí en Long Beach despertamos temprano para pasar un tiempo en la playa. Me pongo el bikini pequeño que mi hermana empacó apropósito y junto a Baxter salimos del hotel para disfrutar de la mañana. Tenemos que partir luego del almuerzo así, ahora mismo, el tiempo es nuestro enemigo. No queremos estar atrapados en el tráfico de la interestatal que seguro habrá en nuestra vuelta.

Me recuesto en la tumbona disfrutando del sol. Baxter ya me ha colocado el bloqueador y yo a él, por lo que permanecemos tumbados en nuestros lugares disfrutando de la brisa marina. Detrás de mis lentes de sol puedo ver que Baxter se levanta.

Me maravillo al ver su cuerpo bronceado por el sol de estos días.

—¿Vienes? —pregunta en dirección al mar.

Niego.

—Prefiero tomar el sol un poco más.

—Venga, Madie, nos queda pocas horas aquí. Vamos a bañarnos.

—En un ratito voy. —Cierro los ojos un momento, pero los abro como platos cuando de un momento a otro soy cargada sobre sus hombros. Se me caen los lentes del sol sobre la tumbona en la que segundos antes reposaba tranquilamente—. ¡Baxter, no! ¡Bájame!

Mis gritos no lo perturban. Camina por la arena mientras me carga sobre su hombro como si nada. Se detiene un segundo, en la orilla del mar.

No sé lo que está haciendo, no puedo ver nada más que la arena del mar de cabeza. Mi cabello cubre casi toda mi visión de las pocas personas que están en la playa privada. Aun así me siento avergonzada de ser cargada de aquella manera; como si fuera un saco de papas.

Siento un golpe en mi trasero, fuerte.

—¡Ay, serás idiota! —grito al sentir el azote. Mi nalga derecha arde con este toque.

—Lo siento, Mads, tu trasero desde aquí se ve increíble. —Alzo la cabeza solo un poco justo a tiempo para verlo mirar mi culo como si fuera comida. Empiezo a moverme frenéticamente como si fuera un gusano, tratando de soltarme—. Quieta. ¿O quieres otra nalgada?

Y me la da.

Como si nada.

—¡Baxter! —grito enrojecida.

—Oh sí, me gusta que grites mi nombre cuando te azoto.

Gracia al cielo no tengo que mirar a nadie a los ojos porque ahora mismo mi rostro está caliente y probablemente rojo, y no por estar de cabeza, sino por sus azotes y palabras que me queman más que el sol.

—Te voy a matar —replico entre dientes, amenazándolo.

Haciendo oídos sordos entra al agua y luego me suelta. Ni bien lo hace se zambulle en el agua y nada lejos de mí. Como una lunática hago lo mismo yendo tras él. Oh no, esto no se va a quedar así.

Nado y nado varios metros adentrándome al océano. Cuando saco la cabeza Baxter está a un par de metros lejos de mí. Ambos estamos flotando porque el agua nos llega hasta el cuello.

—No me vas a atrapar. —Se ríe él, provocándome.

Con toda la fuerza del mundo alzo un brazo y lo salpico de agua. Al ver mis intenciones solo tiene tiempo para cerrar los ojos antes que todo le caiga al rostro.

No es una venganza suficiente, pero me hace reír.

Aunque dejo de hacerlo cuando es él quien intenta atraparme. Me sumerjo en el agua y nado lejos de él.

Entre las sábanas | EN FÍSICOحيث تعيش القصص. اكتشف الآن