26: La verdad

95.7K 6.8K 1.6K
                                    

No lo miro a los ojos, si lo hago sería un error. En vez de eso decido bajar la cabeza. a pesar de que odio aquello, lo hago para que no vea mis ojos hinchados. Y también porque sé que si sigo viendo sus ojos marrones, estaré perdida y empezaré a derrumbarme.

—¿Qué haces aquí? No deberías haber venido.

Parece casi culpable de estar ahí, pero da un paso adelante obligándome a mirarlo. Cuando lo hago, quiero apuñalarme los ojos por haberlo hecho. Solo consigo derretirme por dentro mientras reprimo no llorar frente a él.

Se ve demasiado guapo en aquella ropa casual. Incluso lleva encima una chaqueta negra, haciéndolo ver como si fuera un hombre cualquiera, y no el jefe con traje elegante del que estoy acostumbrada a ver.

Mirarlo solo hace que el recuerdo de estar embarazada sea más doloroso. ¿Baxter aceptaría este bebé en medio de la extraña relación que hemos tenido? Lo conozco desde hace pocos meses, pero siento que es un completo extraño para mí luego de haber descubierto su secreto.

¿Aceptará este hijo a pesar de que ya tiene esposa? Dudas y más dudas me desestabilizan. Empiezo a sentirme cansada y con debilidad mental como para seguir preguntándome cosas a las que no tengo respuesta.

—Tu hermana y Johann me dijeron que estabas enferma cuando les pregunté por ti. Me preocupé y por eso he venido a verte.

Qué conveniente.

—¿Quién te dio el permiso? —presiono. Me cruzo de brazos.

La chaqueta que aún utilizo es demasiado grande, casi me engulle el cuerpo, pero aun así me siento desnuda bajo su escrutinio. Baxter tiene el don para hacerme sentir despojada de toda mi ropa. Es una suerte que sea otoño, porque puedo sentir mis pezones endurecerse.

¿Ya debería manifestarse las hormonas desenfrenadas o solo soy yo necesitada de Baxter?

Las dudas en mi mente siguen surgiendo, así también como mi dolor de cabeza. Frunzo el ceño mientras me sostengo de la puerta y aprieto mis sienes. Dios, qué fastidio. Creo que realmente estoy enferma y esas pruebas son solo falsas.

Baxter se da cuenta de que a penas puedo hablar, así que entra al apartamento y yo no hago nada cuando cierra la puerta detrás de él.

—Ven, tienes que descansar. A pesar de lo bonita que estás, tienes cara de querer dormir.

No sé si aquello es halago o no, pero me dejo tomar de la mano cuando me la sujeta. Camino detrás de él, aunque siento que me arrastra porque mis pies apenas pueden seguirle el ritmo.

Con toda la confianza del mundo, y como si ninguna pelea hubiera sucedido entre nosotros, me levanta en volandas antes de meterse en mi habitación. Me deposita con suavidad sobre mi cama y arrastra el edredón sobre mi cuerpo. Los calcetines que uso no me abrigan lo suficiente así que cojo la manta al final de la cama, pero Baxter es más rápido y la toma por mí para luego extenderla y cubrirme.

Me arropa como si fuera una niña pequeña hasta que se irgue satisfecho con su trabajo. Me siento como un tamal gigante, pero nada me importa. Cierro los ojos, abandonándome al sueño, no sin antes sentir que la cama se mueve. Un segundos después siento el calor de su cuerpo en mi espalda. Quiero gruñir y patearlo hasta que salga de mi cama, pero el sueño me vence. Caigo dormida en menos de un minuto con Baxter haciendo cucharita.

☾ ☾ ☾

—Deberíamos dejarlos dormir, Meg —escucho un cuchicheo en medio de la neblina del sueño.

—No sé si él deba estar aquí. Mi hermana lo va a matar cuando despierten —dice una voz femenina demasiado conocida y de inmediato sé que es Megan, aun así no me levanto porque me siento un poco desorientada. Y además tengo demasiado calor. Un calor tan sofocante que es como si tuviera fiebre.

Entre las sábanas | EN FÍSICOWhere stories live. Discover now