¡Por fín había terminado el colegio! Ya no era una nena a la que podían mandar o retar. El fin de esta etapa marcaba el comienzo de mi adultez. Eso era, ya era una adulta que gozaba de total libertad de acción, por lo menos hasta que comenzaran los tediosos días de facultad.
En verdad, solía gozar de libertad, ya que a pesar de no tener 18 años era usual que me encontrara sola en mi casa y tomara mis propias decisiones.
Mi madre había muerto hace algunos años. Una enfermedad horrible, muy dolorosa para querer recordarla. Supongo que mi padre compartía este mismo pensamiento, ya que desde su muerte había optado por escaparse. No niego que lo necesitara y extrañara, pero con el tiempo me acostumbré a su ausencia y aprendí a sacar provecho de ella. Trabajaba en el negocio inmobiliario y por eso, en los meses del verano, se trasladaba a la costa para alquilar departamentos.
Por lo tanto me encontraba sola en mi casona de Palermo viejo, que poseía un gran parque y una linda pileta, muy cotizada en mi círculo de amistades.
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Tal Vez, la historia de mi vida
RomanceEsta historia no es sólo una historia de amor. Es una historia de vida. Poty, su protagonista, inicia su relato a los diecisiete años. Es hija única. Su madre murió hace algunos años a causa de una terrible enfermedad y su padre se refugió desde ent...