CAPÍTULO 19

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Me sentía sola, desamparada. Sentía que me faltaba una parte. Era tortuoso vivir sin Mariano. Todo por lo que había decidido quedarme me parecía insignificante, carente de valor. Sólo lograba despejarme de tanto dolor en los momentos en que me dedicaba a la pintura.

Apenas había pasado una semana de su partida y ya me parecía una eternidad. Cada día dudaba más de mi decisión.

En cambio, Mariano parecía muy firme con la suya, ya que ante el torrente de mails que le enviaba a diario contándole cuanto lo amaba y extrañaba, apenas me contestaba agradeciéndome los mails y contándome de sus nuevas actividades. Jamás expresaba un sentimiento y su actitud me torturaba aún más.

Mis amigas parecían preocupadas y agotadas a la vez con mi depresivo estado, por eso, al terminar mi catastrófica semana, decidieron que lo mejor sería reunirnos para hacer una pequeña terapia grupal.

Para la hora de la cena nos reunimos en el jardín de casa.

-Bueno, Poty, ya sabemos que la estás pasando mal y que es muy difícil separarse de la persona de la que uno está enamorada; pero esto no es la muerte de nadie... así que hay que seguir adelante y dejar de quejarse -declaró con solemnidad Lucrecia mientras cortaba la pizza que habíamos ordenado.

-Si, Po, ya está, ya no hay vuelta atrás. Ahora hay que mirar para adelante. Nos tenés a nosotras para salir, para charlar, para lo que quieras -agregó Naty acariciando mi hombro.

-Para ustedes es muy fácil, pero yo estoy acostumbrada a compartir casi todos mis días con Mariano desde que recuerdo, no sólo desde que somos novios. Y ahora no está. No está en ningún sentido, porque por lo menos, si a la distancia me diera alguna... no sé, me siguiera diciendo que me ama... pero sus mails son generales y ni parece importarle lo que le digo. No solamente me falta él, sino también su amor.

-Bueno, dejá la cursilería para otro momento -me interrumpió Lola-, lo importante es que ahora estás sola y evidentemente estás desacostumbrada, para eso estamos nosotras, para que no te sientas tan sola. Y con respecto a Mariano, hacete cargo de su decisión. Mariano, y esto lo digo aunque no estoy de acuerdo con él, te cortó... y te dejó bien claro cuál sería su actitud en Estados Unidos. Creo que cuanto antes lo aceptes va a ser mejor para los dos. Para mí es una boludez de su parte, porque es hacerte sufrir al pedo, pero ya que él tomó la decisión, ahora vos tenés rienda suelta para hacer lo que quieras. Aprovechá tu soltería para divertirte y buscar a alguien. -Lola fue muy práctica, como siempre.

-La verdad es que no tengo ganas de buscar a nadie. Pero es cierto lo que dicen. Sí me va a hacer bien salir y distraerme -mis amigas siempre lograban levantarme el ánimo.

-Y dejar de pensar en Mariano -acotó Natalia.

-Sí, dejar de pensar en Mariano... -concluí. Aunque seguramente, eso no sería tan fácil.

-Entonces, ¿qué les parece si el sábado hacemos una reunión en casa con todos los chicos? Así entre todos armamos estrategias para ayudar a esta pesada a salir de su depresión. Y no lo digo sólo por ella, sino por nuestra salud mental, porque ya no me aguanto más sus lamentos -propuso Lola y todas estuvimos de acuerdo.

La reunión del sábado no sería algo espectacular ni fuera de lo común, ya que con bastante frecuencia solíamos encontrarnos con aquel gran grupo que se había formado en San Bernardo. Me encantaba estar con ellos, pero sería la primera vez que me encontraría sola... sola y en presencia de Francisco, que en estos últimos meses se había puesto de novio. Yo estaba convencida de que aprovecharía la oportunidad para reírse un rato de mí, ya que en todo el tiempo que había transcurrido jamás había cesado de arrojarme comentarios irónicos. Sin proponérmelo, me distraje pensando en su reacción y sus comentarios hasta que llegó la reunión.

Tal Vez, la historia de mi vidaWhere stories live. Discover now