CAPÍTULO 33

9 1 0
                                    

Aquella tarde estaba dando clases con el grupo de Luz y sus amiguitas. Ya terminada la actividad, las ayudaba a limpiarse cuando sonó el timbre.

Al abrir la puerta ví a Francisco del otro lado de la reja. Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza ante la sorpresa. Quedé paralizada.

-Vine a buscar a Luz -me explicó, al ver que no reaccionaba.

Lo hice pasar.

-Está en el baño lavándose, ya viene... ¿Qué hacés acá?

-Lola me llamó desesperada, que no llegaba, me rogó que viniera a buscarla.

Fue entonces cuando comprendí lo que sucedía. ¡Qué linda que era Lola! Ella jamás se daba por vencida.

-Me pareció raro que se preocupara tanto, pero me dijo que Luz se angustia mucho cuando ella llega tarde a buscarla -era una excusa poco creíble, sobre todo si supiera que Lola debía arrancarla de casa, ya que jamás se quería marchar del taller.

Aunque asentí a la explicación, Francisco notó en mi rostro mi falta de convencimiento y largó una pequeña carcajada. Acababa de darse cuenta de la trampa en la que había caído.

-¡Es genial nuestra amiga! -exclamó, yo solo sonreí por respuesta y agaché mi cabeza algo avergonzada.

Luz volvió corriendo del baño y al verlo a Francisco, emocionada, saltó para que la alzara.

-Fran, ¡quiero que veas mis dibujos!, ¡dale Poty, mostrale mis dibujos! Poty dice que soy una artista -le rogó excitada.

El timbre sonaba, las otras chicas del grupo saltaban a nuestro alrededor y yo seguía idiotizada ante la presencia de Francisco.

-Ahora Poty está ocupada, esperá un poquito -la tranquilizó.

Yo fui hasta la puerta con el resto de las niñas para entregárselas a sus padres, y cinco minutos más tarde regresé. Luz estaba mostrándole el trabajito que habían realizado en la clase.

-¡Qué lindas cosas hacen! -me dijo Francisco mientras me sonreía.

-¡Quiero que le muestres la tortuga que hice! ¡Dale! -tiró de mi delantal a modo de súplica.

-Luz, ya sabés que ahora vienen otros chicos a pintar, y que tengo que preparar todo. Tengo que guardar estos dibujos, para que no se ensucien y lavar los pinceles, barrer. Ya sabés -Luz puso cara de enojada.

-¡Pero quiero que Fran vea todo lo que hago! -dijo encaprichada.

-Fran puede venir cuando quiera a ver tus dibujos. ¿Qué te parece? Pero ahora no se los voy a poder mostrar, porque vienen otros chicos, ¿entendés? -su cara de enojada se iba transformado en cara de llanto.

-¿Puede ser hoy? -me preguntó con un puchero. Por un momento pensé que Lola la había hecho practicar este diálogo. Luz era mejor aún que su madre.

Francisco me miró expectante. Yo le contesté que trabajaba hasta las 8 de la noche.

-Bueno, tengo una idea. Ahora nosotros nos vamos a tomar la leche a un pelotero, después te llevo a tu casa y yo vuelvo a ver tus dibujos. ¿Dale? -el rostro de Luz se iluminó.

Ya más contesta, se abrigó y los acompañé hasta la puerta.

-A las 8 estoy por acá -me dijo serio Francisco a modo de despedida.

Tal Vez, la historia de mi vidaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant