Capitulo 1

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Me encontraba recostada sobre una colchoneta que flotaba en la pileta de casa. No podía apartar la vista de los pedazos de cielo que se escapaban entre las hojas del sauce. La vida me parecía tan placentera entonces. En aquellos momentos me sentía invencible, pensaba que nada podría perturbarme. ¿Qué fenómeno lograría inquietar tanta paz? Yo sabía que en mi vida nada ni nadie sería capaz de contrariar mi futuro, salvo que yo así lo desease.

Sentí unos pasos, y al intentar incorporarme, perdí el equilibrio y me hundí en el agua. Al asomar mi cabeza, lo vi riendo.

-Si te asusté, perdoname. Secate, necesito verte en el living -y aún con la sonrisa instalada en su rostro desapareció de mi vista.

Mariano era mi mejor amigo. Lo conocía desde siempre. Él me llevaba algunos años; pero eso no impedía que compartiéramos todas nuestras inquietudes, miedos y experiencias.

Al entrar a la casa, escuché ruido de muebles; entonces decidí espiarlo desde la puerta del living.

Mariano reacomodaba las sillas en torno del televisor, y sobre la mesa ratona pude ver unas gaseosas esperándonos.

-¡Ya era hora! Por favor vení -me arrastró hasta una de las sillas, y me empujó para sentarme. Luego de entregarme una coca, él se acomodó a mi lado. Ya no estaba permitido el diálogo.

Como en un ritual, tomó el control remoto e hizo que la pantalla se encendiera. Luego lo colocó con serenidad junto a su latita de coca.

Mariano miraba concentrado el programa que emitían por FSports, en cambio, yo alternaba mi mirada entre la pantalla y él, seguramente porque no lograba entender que quien estaba explicando los resultados del último torneo de básket era quien estaba sentado a mi lado.

Al terminar su aparición, apagó el televisor, estiró sus piernas sobre la mesita y respiró profundo. Unos segundo más tarde, torció su cabeza para mirarme.

-¿Y? -me preguntó con ansiedad. En sus ojos descubrí un brillo, supuse de emoción, que me enterneció.

-¡Bien, negrito, muy bien! -quise abrazarlo, pero me rechazó, y con rapidez se incorporó.

-En serio te pregunto, no tomes una actitud maternal, decime la verdad -volvió a mirarme expectante.

Me había encantado su trabajo, aunque evidentemente, se notaba un poco tenso e inseguro, y así se lo dije.

Su brillo desapareció, y en cambio sus ojos se llenaron de rabia.

-Bueno, también ¿qué pretendés?, era mi primera vez. Cuando tengas una primera vez en algo que realmente te interese te vas a dar cuenta... -sin darme tiempo a contestarle, caminó hasta la entrada de casa y dando un portazo se marchó.

Cuando tengas una primera vez en algo... ¡Qué duro! Su enojo no perturbaba mi mente, pero sí lo hacía aquella frase. Con lentitud me levanté de la silla, y subí las escaleras hasta mi cuarto. ¿Qué quería decir con mi primera vez en algo que me interesara? Muchas cosas me interesaban, y alguna vez había sido la primera en hacerlas... ¿O acaso me estaba insinuando que no tenía intereses ni metas?

Era cierto que mi principal meta era descansar y divertirme, pero en un par de meses comenzaría la facultad, y eso era algo que yo había elegido. Reconozco que no estaba demasiado entusiasmada y Mariano lo sabía, pero era la carrera que más me había gustado y como algo tenía que estudiar... Bueno, ese no era el momento de ponerme a dudar de mi vocación y mis pocos intereses... ¡Tenía 17 años! Uno a esa edad tiene otros gustos, otras prioridades. Seguramente a los 21 ya estaría encaminada como estaba Mariano.

Tal Vez, la historia de mi vidaWhere stories live. Discover now