-¡Buen día! -besó mi boca y corrió hacia el mar.
Ante la mirada del grupo que invadía la carpa noté que esperaban una explicación. Apenas sonreí y dije:
-Ya no nos peleamos más.
Los muchachos rieron y Angie me miró con odio; pero no me molestó, apenas me causó gracia.
-¿Estás bien, Poty? -Lucre se sentó junto a mí y me cebó un mate.
-Sí... aunque parezca imposible, ayer Francisco estuvo re dulce. Me gusta, Lu.
-Pero no quedaron en nada concreto -me interrumpió.
-Y... me parece mejor... Yo ahora estoy muy lejos de todo. No sé cómo voy a estar cuando vuelva -Lucrecia volvió a interrumpirme.
-Cuando vuelva Mariano.
-Sí. Pero no quiero pensar. Si esto se dio, por algo es.
-Tenés razón, me parece bien. Disfrutá de estos días, total cuando vuelvas vas a poder pensar.
Martín la llamó y quedándome sola aproveché para tomar algo de sol, pero al rato me sobresalté con una repentina lluvia sobre mi cara y al abrir mis ojos me encontré con Francisco escurriéndose el agua como un perro.
-¡Está re linda! ¿No querés que nos metamos un rato? -me ofreció su mano y la tomé para incorporarme.
-No... pero podemos caminar un rato por la orilla -sin soltarnos nos alejamos del balneario para caminar junto al mar.
-Disculpame, pero necesito hacerte una pregunta, Frank -me animé a decirle luego de pensar largo rato si debía. El me sonrió.
-Si, ¿Qué pasa?
-¿Vos tenés algo de experiencia en esto de tener una transa?
-¿Transa estable? -frunció el ceño-. No, por lo general transa de una o dos noches, ¿por qué?
-Porque yo pensé que cuando uno transaba con alguien, pero no quería ponerse de novio, delante de los demás no lo demostraba -confesé con cierta timidez.
-¡Ah! No me di cuenta. En realidad no me importa que los demás sepan. Lo importante es que nosotros tengamos en claro qué es lo que queremos. ¿Te parece?
Tenía razón, y así se lo hice saber.
Aquella noche, Lola y Fede decidieron salir a cenar solos, entonces Francisco me invitó a su departamento.
Luego de cenar, nos tiramos en el sillón a ver televisión. Por supuesto, fue lo que menos hicimos, ya que pronto comenzamos a besarnos y ya no quisimos despegarnos. Me sentía muy a gusto entre sus brazos. Pero cuando noté que estaba a punto de perder el control, con delicadeza intenté enfriar la situación.
-¡Qué tarde se hizo! -le dije mientras me incorporaba e iba hasta la mesa en busca de un vaso de gaseosa.
-¡Ni que mañana tuvieras que ir a trabajar! -me contestó riendo.
-Bueno, sí, en realidad tenés razón, pero me gustaría ir a casa a dormir.
-Flor... no voy a hacerte nada. Por lo menos nada que no quieras que te haga. Así que no tenés por qué escaparte -se sentó a mi lado y acarició mis cabellos.
-No quiero escaparme, pero me gustaría tomarme las cosas con calma -le mostré una sonrisa.
-¡No lo podés evitar! ¡Sos una histérica! -me dijo riendo y continuó-. Vos sabías que si veníamos acá era para que pasara algo, ¿o no?
ESTÁS LEYENDO
Tal Vez, la historia de mi vida
RomanceEsta historia no es sólo una historia de amor. Es una historia de vida. Poty, su protagonista, inicia su relato a los diecisiete años. Es hija única. Su madre murió hace algunos años a causa de una terrible enfermedad y su padre se refugió desde ent...