El diálogo con mi padre nunca había sido demasiado fluido, pero desde que gozaba de su nuevo estado, no dejaba pasar oportunidad para invitarme a charlar y contarme sobre su novia, lo que hacían, lo bien que se sentía. Con sinceridad me alegraba por él, pero ciertas anécdotas sobrepasaban mi buena voluntad y tolerancia. Sentía un gran alivio cuando anunciaba alguna escapada a Mar del Plata; pero sabía que a su regreso las anécdotas no cesarían de llover.
Por eso pasaba largas horas en el playroom, dedicada a la pintura. Ese era mi mundo, mi lugar. Un lugar donde nadie interfería, y donde todo era como yo quería que fuese.
Mi profesor de pintura estaba encantado con mis trabajos, y cerca de mediados de año, nos convocó para una nueva exposición. Yo estaba muy entusiasmada y pasaba la mayor parte de mi tiempo pensando en cuales serían las obras que expondría. Y al fin lo decidí. Sólo me faltaba una.
Aquel sábado me desperté temprano. Mariano aún dormía. Estábamos en casa, ya que mi padre había viajado a Mar del Plata y me pareció el mejor momento para realizar la obra que venía pintando en mi mente desde hace tiempo.
Intenté hacer el menor ruido posible, para no despertar a Mariano, y en unos pocos minutos, armé el caballete en mi cuarto.
Mariano estaba perfecto, dormía boca abajo, y su torso desnudo se escapaba entre las sábanas. Lo que asomaba de su rostro tenía una expresión plácida y feliz. Era perfecto.
Tomé mis carbonillas y comencé a plasmar aquella imagen. Cuando estaba terminando, noté que se movía, hasta que abrió sus ojos.
-¡Hola! ¿Qué haces? -preguntó confuso.
-Te estaba pintando. Estás hermoso, y ya hace tiempo que quería pintarte desnudo -se incorporó rápido para espiar el papel.
-Está lindo. Cada día dibujás mejor; pero me hiciste trampa.
-Es que estabas perfecto, no pude resistirme. ¿Te molesta si lo pongo en la muestra?
Volvió a observarlo con detenimiento.
-No sé, me da un poco de vergüenza. Me parece que vas a tener que convencerme -tomó mi mano para llevarme a la cama-. Vamos a ver cuántas ganas tenés de exponer este dibujo -dijo mientras besaba mi rostro y acariciaba mi espalda.
Esa noche nos reunimos en casa de Lola a cenar. Estábamos todos allí. Así que aproveché la oportunidad para invitarlos a la exposición que sería el sábado siguiente.
Mariano conversaba apasionado con Martín y Lucas sobre un torneo de tenis, cuando Francisco se acercó a mí.
-No sabía que pintabas -me dijo mientras se servía un vaso de cerveza.
-Nunca habrá salido el tema -solía ser cuidadosa en mis charlas con Francisco, ya que él no había perdido la costumbre de mostrarse ácido en su comentarios hacia mí
-¿Y yo también estoy invitado a la exposición? -no sabía a dónde quería llegar.
-Claro, invité a todo el grupo y vos sos parte de él.
-No, pensé que a lo mejor a tu novio le molestaba -aún no comprendía a dónde quería llegar.
-No, para nada... si entre nosotros está todo bien, ¿no?
-Si, claro -apoyó la botella en la mesa y se alejó.
Cada loco con su tema, pensé, y fui a unirme con mis amigas.
YOU ARE READING
Tal Vez, la historia de mi vida
RomanceEsta historia no es sólo una historia de amor. Es una historia de vida. Poty, su protagonista, inicia su relato a los diecisiete años. Es hija única. Su madre murió hace algunos años a causa de una terrible enfermedad y su padre se refugió desde ent...