Capitulo 16

12 0 1
                                    

El diálogo con mi padre nunca había sido demasiado fluido, pero desde que gozaba de su nuevo estado, no dejaba pasar oportunidad para invitarme a charlar y contarme sobre su novia, lo que hacían, lo bien que se sentía. Con sinceridad me alegraba por él, pero ciertas anécdotas sobrepasaban mi buena voluntad y tolerancia. Sentía un gran alivio cuando anunciaba alguna escapada a Mar del Plata; pero sabía que a su regreso las anécdotas no cesarían de llover.

Por eso pasaba largas horas en el playroom, dedicada a la pintura. Ese era mi mundo, mi lugar. Un lugar donde nadie interfería, y donde todo era como yo quería que fuese.

Mi profesor de pintura estaba encantado con mis trabajos, y cerca de mediados de año, nos convocó para una nueva exposición. Yo estaba muy entusiasmada y pasaba la mayor parte de mi tiempo pensando en cuales serían las obras que expondría. Y al fin lo decidí. Sólo me faltaba una.

Aquel sábado me desperté temprano. Mariano aún dormía. Estábamos en casa, ya que mi padre había viajado a Mar del Plata y me pareció el mejor momento para realizar la obra que venía pintando en mi mente desde hace tiempo.

Intenté hacer el menor ruido posible, para no despertar a Mariano, y en unos pocos minutos, armé el caballete en mi cuarto.

Mariano estaba perfecto, dormía boca abajo, y su torso desnudo se escapaba entre las sábanas. Lo que asomaba de su rostro tenía una expresión plácida y feliz. Era perfecto.

Tomé mis carbonillas y comencé a plasmar aquella imagen. Cuando estaba terminando, noté que se movía, hasta que abrió sus ojos.

-¡Hola! ¿Qué haces? -preguntó confuso.

-Te estaba pintando. Estás hermoso, y ya hace tiempo que quería pintarte desnudo -se incorporó rápido para espiar el papel.

-Está lindo. Cada día dibujás mejor; pero me hiciste trampa.

-Es que estabas perfecto, no pude resistirme. ¿Te molesta si lo pongo en la muestra?

Volvió a observarlo con detenimiento.

-No sé, me da un poco de vergüenza. Me parece que vas a tener que convencerme -tomó mi mano para llevarme a la cama-. Vamos a ver cuántas ganas tenés de exponer este dibujo -dijo mientras besaba mi rostro y acariciaba mi espalda.

Esa noche nos reunimos en casa de Lola a cenar. Estábamos todos allí. Así que aproveché la oportunidad para invitarlos a la exposición que sería el sábado siguiente.

Mariano conversaba apasionado con Martín y Lucas sobre un torneo de tenis, cuando Francisco se acercó a mí.

-No sabía que pintabas -me dijo mientras se servía un vaso de cerveza.

-Nunca habrá salido el tema -solía ser cuidadosa en mis charlas con Francisco, ya que él no había perdido la costumbre de mostrarse ácido en su comentarios hacia mí

-¿Y yo también estoy invitado a la exposición? -no sabía a dónde quería llegar.

-Claro, invité a todo el grupo y vos sos parte de él.

-No, pensé que a lo mejor a tu novio le molestaba -aún no comprendía a dónde quería llegar.

-No, para nada... si entre nosotros está todo bien, ¿no?

-Si, claro -apoyó la botella en la mesa y se alejó.

Cada loco con su tema, pensé, y fui a unirme con mis amigas.

Tal Vez, la historia de mi vidaWhere stories live. Discover now