Capítulo 6:

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ARLETTE:

Sé que estoy en una crisis cuando me empiezo a sentir mal con respecto a lo que otros piensan o sienten sobre mí.

La auténtica yo no se preocupa por eso.

Extendiéndome a través de la cama, traspaso el tul que la recubre y abro el primer cajón de mi mesa de noche. Ya no entra luz por mi ventana. Imagino que debe ser cerca de las once. Tomo un par de píldoras, el doble de la dosis que necesito, de un frasco sin abrir. No son para dormir, por lo que me levanto y bajo a la sala. Papá me ayudó a desvestirme, por lo que estoy usando una bata de seda por encima de mi conjunto de lencería.

Las personas a nuestro alrededor piensan que nuestra relación es extraña.

Tienen razón.

Carlo Cavalli me sobreprotege demasiado. ¿El motivo? Simple. Tiene la teoría de que cualquiera que se acerque podría aprovecharse de mis debilidades y quebrarme todavía más, impulsándome a terminar como mamá. ¿Por qué no intento detenerlo? Porque tal vez tiene razón.

No soy como ella, pero tengo cosas de ella.

─¿Dónde está mi padre? ─le pregunto a Fósil reclinado sobre la puerta principal, quién deja de charlar con Moses para dedicarme su expresión preocupada de anciano.

─Está en su estudio. Beatrice y tu hermano duermen.

─¿Sabes si Francesco está en su habitación?

Fósil afirma.

─Carlo le pidió que pasara la noche aquí. Pensó que lo podrías necesitar.

Necesitar no es la palabra correcta para describir la urgencia que siento cada vez que olvido tomar mis pastillas y su presencia es lo único que logra apaciguarme, pero es lo que más se le parece. Luc ni siquiera me mira a la cara cuando paso por su lado. Se lo agradezco. No es el único que no sabe cómo tratar con la vergüenza que ocasiona mi debilidad.

Yo tampoco lo sé.

Toco suavemente su puerta antes de ir por la manija. Cuando entro me encuentro con que está vistiéndose, su amplio y pálido pecho desnudo. A pesar de que no es especialmente robusto como Vicenzo o Marcelo, Francesco es alto y su constitución atlética abarca espacio. A diferencia del resto de los Cavalli que aún viven, su cabello es negro carbón y está lleno de rizos. Sus ojos son del mismo tono azul océano, sin embargo. La nariz la tiene recta y perfilada como la mía aunque no somos parientes tan cercanos. Creció con nosotros cuando sus padres, primos segundos de papá, fueron asesinados en la Toscana. Llegó siendo un bebé, así que es como Flavio para mí.

Lo abrazo desde atrás, lo cual hace que su abdomen se contraiga debido a la temperatura de mi piel, mientras me inclino sobre su oído.

─¿Pensabas escapar de mí?

─Arlette. ─Su rostro tiene una sonrisa tensa mientras se deshace de mi abrazo y se da la vuelta colocando sus manos sobre mis hombros─. ¿Estás bien? El tío Carlo me dijo que habías tenido una recaída.

Bufo mientras me dejo caer en su cama.

─¿Podrías hacer esto menos incómodo para ambos y olvidarlo?

Niega mientras se sienta a mi lado, sus manos abotonando la sencilla camisa blanca con la que tiene pensada romper corazones hoy. Francesco es hermoso de una manera sutil. Tiene el tipo de belleza, facciones, que te dan ganas de llorar. Suelto una risita, manteniendo la broma para mí misma, imaginando que esa fuera la reacción de sus admiradoras femeninas al verlo, la cual, por desgracia, no es. Ellas expresan su amor dejando ropa interior esparcida a lo largo y ancho de su habitación o departamento de soltero.

Arlette © (Mafia Cavalli I)  EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now