Capítulo 21:

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VICENZO:

Aprovechando el par de días libres que papá me dio del restaurante ante la insistencia de mamá de que debía tenerlos para sanar mis heridas, me esfuerzo por salir de cama a penas escucho cómo su auto y los de sus hombres se alejan de casa por la mañana. Penélope durmió conmigo anoche, pero debió hallar la manera de escabullirse de mi habitación más temprano sin despertarme. Tomo una rápida ducha antes de escoger un par de vaqueros y una sudadera del armario. No tengo pensado hacer nada formal el día de hoy. Abajo encuentro a mamá concentrada en la cocina. Iba a comprar algo de camino al hospital, pero me señala un lugar en el mesón con una mirada dura en sus ojos grises.

Siéntate y come.

El típico desayuno americano que pone frente a mí luce delicioso, por lo que ni siquiera intento negarme. Los huevos están justo como me gustan, crujientes, uniéndose en perfecta armonía con sus tostadas de pan de ajo.

Gracias ─suelto cuando termino, mis manos rodeando un vaso con jugo de naranja que sé que papá importa de Italia, no como un negocio, sino porque dice que no hay nada como las naranjas de la granja de su tutor.

¿A dónde vas, Vicenzo? Discutí con tu padre para que pudieras quedarte en casa. ─Aria acaricia mi mejilla con dulzura a pesar de que su expresión sigue siendo seria─. Ambos deben aceptar que no eres un matón. Eres su heredero. No te pongas en riesgo. Deja las pequeñas peleas para otros.

Es mi madre con quién estoy hablando, así que soy sincero.

No sé qué hacer, mamá ─confieso─. Mi mente insiste en que lo que dices es correcto, pero mi corazón no deja de gritarme que mi lugar está en la calle, no en una oficina. Papá lo debería entender. No nacimos para bajar la cabeza. Nuestra herencia es cobrar y matar o viceversa. ¿Qué clase de heredero seré si lo olvido y adopto otras costumbres?

Como respuesta rodea el mesón y me aprieta entre sus brazos. Se siente tan bien que no me quejo por la presión que obtengo por el corte. Es la persona más dulce que conozco después de mi hermana y últimamente no obtengo mucho amor de su parte, no es que me lo merezca, así que lo disfruto tanto como puedo, mis dientes apretados.

Encontrarás el equilibrio perfecto, Vicenzo. ─Besa la punta de mi nariz─. Te diría que te tomaras el asunto con calma y paciencia, pero tu padre está cansado. Quiere que asumas el control para poder retirarse. El tiempo se agota para él. Sé que lo entiendes, lindo príncipe.

Lo sé, mamá ─respondo mientras se separa

─Oh, casi lo olvido. Penélope se levantó primero que todos nosotros para preparar esto para ti. ─Levanta la tapa de una bandeja de aluminio. Bajo ella hay un brownie de chocolate blanco que trae una sonrisa a mis labios. También una pequeña nota─. No sé de dónde sacó la receta, pero quedaron bastante bien. Quizás deba tomar sus ganas de aprender a cocinar en serio e inscribirla en una escuela de cocina, así cuando se case...


Espero que te sientas mejor, V


─No ─gruño llevando el pequeño postre a mi boca, mis manos sosteniendo la nota que mi hermana escribió para mí mientras mastico─. Penélope no pasará el resto de sus días cocinando para un imbécil. ─La expresión de mamá se torna ofendida porque eso es, en teoría, la descripción de su vida, así que rápidamente me corrijo─. Papá no es un imbécil.

─No ─dice, una sonrisa en sus labios después de que abandona la idea de golpearme con su sartén─. Tú, en cambio, sí. Estoy segura de que Arlette nunca ensuciará sus lindas manos haciéndote una comida que no te mereces. ─Mamá, conmovida por la expresión de infelicidad en mi rostro ante la certeza de un futuro lleno del montón de platillos extraños que adoran comer los Cavalli, vuelve a besar mi nariz─. Salúdala de mi parte.

Arlette © (Mafia Cavalli I)  EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now