Capítulo 35:

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VICENZO:

El jueves por la noche el ambiente en el restaurante es más tenso que de costumbre, lo cual es decir mucho si se toma en cuenta que un sesenta por ciento de nuestros clientes son criminales. No todas las luces están encendidas y todos los hombres, inclusive mujeres, que entran consiguen a alguien más con quien agruparse y cuchichear, sus miradas expectantes. Es como si algo, algo grande, de lo que todavía no soy consciente, fuera a suceder. Confirmo que el asunto es serio cuando mi padre cierra el ala abierta al público común a las ocho cuando solemos tener clientes hasta la una de la madrugada. No vivimos del dinero que sacamos de ahí, es una tapadera, pero es un ingreso que rara vez deja de lado. Evita hacerlo, en realidad, ya que no le gusta que pongan atención de más sobre él.

Si me hablara, le preguntaría qué mierda sucede, pero no me ha dirigido más que gruñidos y dado nombres de los cuales hacerme cargo desde la fiesta de los Cavalli, así que busco a Milad para preguntarle a qué se debe todo este alboroto una vez termino con mi cena. Mamá, al igual que Constantino, ha decidido temporal o permanentemente que su familia es de tres, por lo que no hay un plato para mí en su mesa. Ese es el peor castigo que alguna vez he recibido de su parte. Incluso cuando Arlette y yo no nos hablábamos y follaba a otras chicas bajo su techo, me alimentaba. Ahora ni siquiera me ve a los ojos debido a la magnitud de su decepción.

─No lo sé. Una familia convocó un concejo con Marcelo. Todos vendrán, pero nadie sabe por qué. Pidieron que fuera aquí. Tu padre accedió porque Carlo le pidió el favor. ─Aunque trabajan casi bajo los mismos términos, este no es un asunto de La Organización, sino del Outfit, de la Cosa Nostra. De lo contrario, los peces pequeños no estarían invitados a presenciar el show y esto parecería más una convención mundial, todas las malditas culturas del crimen organizado juntas, que una fiesta italiana. Tomo un vaso con whisky cuando la pequeña mesara rubia y dulce pasa junto a mí con una bandeja─. Mira, incluso tu suegro está aquí. Debe ser importante.

Aprieto el cristal tan fuerte que no me sorprendería que se rompiera en mi mano. Lo menos que quiero es toparme con un Cavalli. En especial con uno que sabe mi error más estúpido y podría, si quisiera, terminar de joder mi relación con mi padre. El por qué él y Arlette no le han contado sobre Tiffany, en especial Carlo, es un misterio, pero ya que han decidido no hacerlo, es incómodo y molesto tenerlo tan cerca o estar en la misma habitación que él y Constantino. Es un pensamiento estúpido teniendo en cuenta que ellos hablan y la bomba puede estallar en cualquier momento, incluso sin motivo, aunque de esos le he dado vario, pero no puedo evitarlo.

Está usando un traje de gris y lleva un maletín consigo. Mi ira aumenta cuando su mirada se topa con la mía mientras se sienta junto a papá, sus labios curvándose lentamente hacia arriba como si pudiera leerme la mente y saber exactamente lo que pienso, recordando que tiene mis bolas en su mano. Asiento en reconocimiento en su dirección, gesto que devuelve antes de entablar conversación con mi padre y Marcelo, otro recién llegado.

Es como si toda la mierda se hubiera juntado para hacerme estallar.

Como predije, el vaso explota en mi mano.

─Mierda, Vicenzo, ¿qué pasa? ─exclama Milad echándose hacia atrás.

Todo.

─Nada ─respondo─. Nada pasa.

He jodido mi ropa, así que me doy la vuelta y me dirijo a la oficina de papá por un repuesto. Estoy metiendo la nueva dentro de mis pantalones, una sencilla camisa blanca, cuando me percato de un movimiento tras la puerta. Mis labios se curvan hacia arriba cuando noto un destello de cabello rubio alejándose. Antes de que la distancia entre nosotros sea mayor, doy dos pasos largos hacia adelante y la tomo del brazo para arrastrarla dentro. El hecho de que no vaya a follarla, no meteré mi pene en alguien que me recuerda a Penélope, no significa que no pueda aliviar la tensión de lo que está sucediendo allá afuera con su miedo. Mi mano derecha se encuentra sangrando. Ella se estremece cuando la presiono contra su mejilla.

Arlette © (Mafia Cavalli I)  EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now