Capítulo 28:

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ARLETTE:

Desde que somos amigas, Verónica y yo no solemos separarnos entre clases, así que cuando, durante la salida, Jamie se da cuenta de que tiene la oportunidad de acercarse, lo hace. Fósil aún no ha llegado, probablemente atascado en el tráfico, y mi mejor amiga está consiguiendo botanas de la máquina expendedora en la cafetería. Dejo de lado el libro de historia universal que hojeaba para la elaboración de nuestro ensayo cuando se me hace imposible continuar ignorándolo. También a sus amigos observándonos y cuchicheando. Al azar la mirada descubro que no solo está pinchando mis piernas con la punta de su dedo índice, sino también observándome como un fenómeno de circo.

Sus labios gruesos se curvan cruelmente hacia arriba.

─¿Lista?

Ladeo la cabeza y cierro el tomo con fuerza, causando que se estremezca.

Bien, pienso, ya no tiene esa estúpida sonrisa.

─¿Para qué?

Alza las cejas mientras reajusta la correa de la mochila sobre su hombro.

─Elaborar nuestro ensayo de pensamiento feminista, ¿o lo olvidaste? ¿Es la mala memoria algún tipo de efecto adverso del electroshock? ─Separo los labios para replicar, pero se roba mi respuesta extendiéndose para arrebatarme el libro. Lo persigo cuando empieza a caminar hacia el estacionamiento, dónde Fósil ya ha aparcado y está haciendo cambio de luces para que lo note─. Ya que no te veo muy dispuesta a compartir tu lugar, iremos a mi casa ─suelta antes de, sin pedir permiso, abrir la puerta y entrar a la camioneta─. A West Garfield Park, por favor.

Nuestro chófer responde mirando hacia atrás con una pistola en la mano.

─¿Por qué mejor no al infierno, niño? ─suelta.

Jamie palidece. Verónica no tarda en unírsenos, su rostro fruncido con una mezcla de confusión, preocupación y curiosidad cuando se da cuenta de que no tenemos tanto espacio como es usual. Bajo el seguro de la puerta de forma manual, extendiéndome sobre él, cuando el intruso hace ademan de huir.

─No ─susurro, una sonrisa tirando de mis labios─. Tenemos un ensayo, ¿o lo olvidaste? ¿Es la mala memoria algún efecto adverso del miedo? ─pregunto robando sus palabras.

****

Verónica estuvo aliviada cuando le concedí un día de descanso y la dejé en su nueva casa, un apartamento de una sola habitación en un lindo conjunto residencial cerca de la heladería, para internarme luego en uno de los peores barrios de mi ciudad. Mi opinión sobre trabajar con Jamie cambió a penas dijo dónde vivía, la curiosidad adueñándose de mí.

Jamie es el capitán del equipo de fútbol.

Es adorado, pero  no solo es becado. Es la definición de pobreza, así que ahora sé qué es lo que quiere y no es regodearse de haber cumplido una estúpida apuesta.

─¿Son tus padres? ─pregunto tras entrar en una pequeña casa de ladrillos y dos plantas, moho cubriendo cada centímetro de la entrada, que deja la antigua vivienda de Verónica como una mansión en el Valhalla.

La pintura coral de las paredes es tan vieja que cae hacia abajo en deprimentes trozos desgastados. Sobre ella hay varios portarretratos con variadas fotos familiares, pero una de ellas llama particularmente mi atención: una pareja de veinteañeros, una mujer rubia y un hombre moreno bastante parecida a Jamie, en lo que parece una fiesta de gala.

─Sí ─contesta secamente.

Aún sin despegar mi vista del fondo de la foto, dónde los invitados ríen y celebran, ajenos al contexto o a la realidad que los rodea, o tal vez solamente ignorándolo, le hago una pregunta tan típica como reveladora.

Arlette © (Mafia Cavalli I)  EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora