4: Hermandad

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En medio de la lectura del periódico matutino en la pequeña sala de la habitación principal, David se encontró pensando en la invitada que tenían en casa y perdiendo toda concentración. Dejando de lado el diario, miró a su mujer.

—Creo que deberías intentar entablar una conversación con Abbey —habló llamando su atención—, formar una relación de hermanas. Tal como debe ser.

—¿Acaso nuestra relación no es la de unas hermanas? —preguntó ella girandose sobre el taburete.

—La verdad, no mucho —afirmó él chasqueando la lengua.

—Bueno, de todas maneras, no es que seamos hermanas. —Sarah se encogió de hombros y siguió acomodando su cabello frente al espejo—. Nunca seremos hermanas.

David la miró con quietud. —Entiendo que Abbey es adoptada, pero ¿de verdad no la ves como una hermana?

—David, cuando mis padres adoptaron a Abigail yo ya no estaba en casa. Ya me había independizado —empezó a decir—. Entendí que la adoptaran para que no se sintieran tan solos, aun mas después de la muerte de Cristine, pero mi relación con ella nunca sobrepasó a lo que hablábamos cada que visitaba a mis papás.

—Por eso mismo te recomiendo que intentes hacerlo —repitió—. ¿No te interesa tener una relación más estrecha?

Sarah permaneció en silencio mirando el reflejo de su marido por el espejo del peinador. —Está bien, quizás tienes razón —dijo finalmente, antes de que su celular sonara con una llamada entrante.

David siguió sus movimientos hasta que salió a contestar la llamada, aun pensando en la indiferencia que parecía sentir Sarah acerca de su relación con Abbey. 

Conocía a su mujer desde que eran jóvenes, mas exactamente en la época universitaria, cuando sus familias fueron vecinas. Desde el inicio se hicieron buenos amigos. Sarah era una mujer guapa e inteligente, sin embargo nunca hubo una relación entre ellos mas allá de una amistad sino hasta un par de años atrás, cuando se reencontraron después de haber tomado diferentes caminos al terminar la universidad. Ambos habían vivido muchas cosas: él se había casado con una periodista, habían tenido a Samuel, y luego ella había muerto en un accidente de trafico; mientras que Sarah había perdido a su hermana menor, y acababa de pasar un proceso de inseminación artificial del que había resultado Sallie... ambos habían madurado, tenían la obligación de la paternidad, y después de hablarlo mucho, habían decidido que podían apoyarse el uno al otro, y a su vez darle a los pequeños un ambiente familiar sano. Era una unión mas conveniente que sentimental, y por eso no se habían casado. 

Aunque eso no quería decir que se negaran los placeres carnales, de vez en cuando se dejaban llevar por la atracción física que existía entre ambos desde la juventud, su amistad se había estrechado y se habían vuelto compañeros de trabajo cuando Sarah fue contratada como editora de contenido en la estación de radio. 

Era una relación tranquila y sin tanto problema, aunque a veces David se preguntaba si era la relación que quería vivir.

***

Sarah caminó por el pasillo de la segunda planta en dirección a la habitación de Abbey. La puerta no estaba completamente cerrada, sino que una pequeña rendija daba el espacio suficiente para otear. Se acercó aún más e intentó ver el interior.

Abbey estaba sentada en la mitad de la enorme cama, las piernas cruzadas debajo de su cuerpo y a su lado la maleta con la que había llegado. Frente a ella había varias pilas de ropa ordenadas. La joven sacó otra de las pilas de la maleta, y luego de palpar ligeramente un espacio vacío en la cama, la dejó allí para regresar a la maleta.

Lo esencialWhere stories live. Discover now