21: En busca de un consejo

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—Bien, los chicos están ahora dormidos. Samuel no quería, pero tan pronto sintió la colcha cayó como tocado por un trueno —repuso Dylan con una sonrisa.

David también sonrió. —Gracias.

—No hay de qué. Sabes que quiero mucho a los chicos, no me cuesta nada pasar tiempo con ellos —dijo encogiéndose de hombros—. Ahora sí, ¿qué te parece si vamos por una cerveza y me cuentas qué es lo que sucede? —propuso cerrando la puerta de la habitación.

David lo miró con diversión y enarcó una ceja. —Creí que me veías como alguien viejo para acompañarte a una cerveza.

—Viejo estas, pero eso no quiere decir que no podamos disfrutar de unas bebidas. —Rio mientras bajaban a la primera planta.

Luego de pensar en el lugar adecuado para charlar, decidieron hacerlo en la enorme biblioteca.

—Entonces, ¿a ti no te gusta Abbey? —Después de darle tantas vueltas a aquella duda que Sarah le había implantado en su cabeza, por fin se había atrevido a preguntarle a su hijo acerca de eso.

El joven le miró. —Me cae muy bien, pero si me preguntas, solo la veo como una amiga.

David suspiró con alivio. 

Eso ya era un peso menos con el que cargar, pensó. No se hubiera imaginado lo que hubiera pasado si la respuesta de su hijo fuera otra.

—¿Por su ceguera?

—Claro que no, papá —respondió, cierto tono de ofensa plausible en su voz—. Su ceguera no tiene nada que ver con que no me guste como mujer. Abbey es una joven muy bella, y no me lo puedes negar —repuso.

David asintió. —Tienes razón, perdón si te sentiste ofendido.

Una alargada nota de Sol brotó de la enorme caja cuando Dylan posó su dedo sobre la tecla del  piano. —¿Crees que es buena idea que hablemos aquí? —preguntó luego de unos minutos.

—¿Por qué lo preguntas?

—¿Y si Sarah llega?

—Que yo sepa, ella no escucha detrás de las puertas.

—Es mujer, papá. —David le miró con reprensión—. Está bien —repuso alzando las manos en señal de rendimiento, se sentó en el banco y tomó de su botellín—, ¿no se enojaría?

—¿Por qué supones que se va a enojar de nuestra conversación?

—Porque sé que no le gustará saber que tienes otra mujer, y que esa mujer es su media hermana.

—Abbey no es mi amante, si eso es lo que supones —dijo David con seriedad.

—Pero te gusta.

Cabeceó ligeramente, con reticencia. Aun le parecía increíble estar hablando de su situación con su joven hijo. Por un momento dudó en si lo entendería, pero al final le valió más la necesidad de desahogarse.

—Sí.

Una media sonrisa se posó en los labios del joven. —¿Desde hace cuándo?

—La verdad, no lo sé. Un día simplemente desperté y sentí la necesidad de verla, fue cuando supe que algo había allí. Ya después de eso, no podía pensar en un solo día sin estar cerca de ella.

—Eso es más que un gusto —repuso el joven mirándole con seriedad—, imagino que no le has dicho nada a Sarah.

David negó levemente con su cabeza. —¿Cómo podría? ¡Se trata de su hermana!

Lo esencialWhere stories live. Discover now