16: Nuestro verbo.

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—Como bien sabes, el braille es un método de lectura que utiliza el tacto en lugar de la vista —habló Abbey—. Sin embargo, eso no quiere decir que sea una lectura que solo inmiscuya a los ciegos. Las personas normales también pueden leerlo.

—Tu eres una persona normal.

Abbey sonrió. —Eres muy amable, David —dijo, pero se concentró en no dejar que aquellos comentarios le afectaran demasiado—. Veras, hay diferentes formas de braille: musical, matemático y literario. El que te voy a enseñar es el más común.

—Cuando hablas de musical —intervino David—, ¿te refieres al de las partituras y esas cosas? —Abbey asintió—. ¿Eso quiere decir que tu lees las partituras con tus manos? —Abbey asintió de nuevo—. Vaya, cada vez me sorprendes más.

En esta ocasión, Abbey no logró evitar que las palabras de David le hicieran sonrojarse. No podía creer que tuviera aquel efecto en ella, y que no pudiera acostumbrarse a eso.

—Bueno, la cuestión es que leer braille es fácil... —continuó.

—Ja.

Abbey rio. —¡Claro que sí! —insistió—. Solo debes aprenderte el abecedario y ya. Es como cuando quieres a leer.

—¿Y eso te parece fácil?

—Lo es, créeme. Lo primero que tienes que hacer es aprender las posiciones de los puntos en la celda de braille. Son seis posiciones. Dos columnas, tres filas.

David enarcó una ceja, pero luego, cuando Abbey le tomó una mano y la llevó hasta el libro que tenía abierto frente a ella, empezó a entender.

—Aquí la celda es imaginaria porque no se trata de un libro de enseñanza, pero este pequeño espacio entre un conjunto de puntos y otro es una celda —explicó guiando la mano masculina sobre la hoja.

—Es decir que existen libros de enseñanza. —Abbey asintió—. ¿Crees que debería conseguir uno para mí?

—No sería mala idea. Si no estoy mal, existen unos para personas videntes. Imagino que será más fácil si consigues uno de esos.

—Entonces eso haré —afirmó.

—Bueno, después de tener en cuenta la posición de las celdas, es hora de aprender el abecedario —repuso con una sonrisa. David bufó con preocupación y la sonrisa de Abbey se convirtió en una pequeña risa—. Ya te dije que es fácil. Mira, las primeras diez letras del alfabeto, es decir de la A a la J, solo usan los cuatro puntos superiores de la celda.

David le entregó a Abbey la pequeña agenda que había llevado consigo y la miró con sorpresa y admiración al tiempo. La joven dibujó una celda y los seis puntos, repasándolos con fuerza sobre el papel. Tomó de nuevo la mano de David y la paseó por ellos, enfocándose en los cuatro superiores.

—Si tocas un braille y sientes que los puntos están solo entre esas cuatro posiciones, ya sabrás que la letra puede ser una de la A a la J, descartas el resto —dijo encogiéndose de hombros—. ¿Entiendes?

A a la J, cuatro puntos superiores —repitió David.

Abbey sonrió. —Te voy a dibujar el patrón de las letras —decidió. Garabateó otra celda, e hizo un solo punto en la primera posición—. Este punto equivale a la A.

—¿En serio? —Las palabras brotaron en medio de una risa de sorpresa, Abbey asintió—. Ah bueno, ese esta fácil.

—Te lo dije. —Abbey dibujo otra celda e hizo dos puntos en la misma columna, uno debajo del otro—. Esta es la B.

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