17. El primer encuentro en el ring

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CHARLIE

—Vas a tener que explicarme con punto y coma algo simple: ¿Qué diablos haces aquí?

—Bueno, linda, te lo explicaría, pero ya mismo empieza la pelea y además es secreto —juega con sus guantes un momento—. Mala suerte.

Iba a decir algo, pero la voz del árbitro me interrumpió en ese instante, puse mala cara porque el tipo sabía que tenía cosas pendientes con Max. ¿Qué hacía él en este lugar? Justamente en el mismo club. De verdad, que coincidencia. Mucha.

—¡Ahora choquen sus puños! —gritó emocionado el árbitro, que era un negrito, como me caen bien los negritos y era todo alegre. Explicó antes las reglas de nuestro encuentro.

Max y yo chocamos puños como nos dijo. Pude notar su rostro con la sonrisa de arrogancia y superioridad que recordaba desde que me fui, en cambio yo estaba que explotaba de ira por dentro y por fuera.

¿Por qué diablos esta aquí? ¿Qué va a hacer? ¡Voy a matarlo!

Las preguntas que me rondaban no tenían fondo alguno, sea cual sea la razón de venir, a donde claramente se que él no iría ni aunque le pagaran millones de dólares, me dejaba claramente inquieta. Él no ha sido del todo pacífico en su vida, se podría decir que por su culpa tenía mis problemas en el anterior colegio. Pero tampoco tanto como los que me han llegado gracias a Liam. De cierta forma la llegada de Max me dio mala espina, pero no sabía muy bien el porqué. No me alteraría tanto si viniera a cuidarme, de sobremanera sentí que el haber venido tenía que ver con otra cosa.

Nos separamos a nuestras esquinas, me puse en defensa para poder comenzar. Aún podía recordar los días de lucha que llevaba con él en nuestra casa. Cuando mi madre estuvo de novia con su padre, se pasaron a vivir con nosotros al año y medio, así que desde muy pequeña tenía a Max rondando en mi vida, a donde sea que iba, él me seguía. Muchas veces fue por ayudarme en algo o apoyarme, pero siempre tuvimos líos, creo que de ser por mí no tendría tantos problemas por los cuales mi madre se estresaba casi a diario. A pesar de todo, Max era fuerte, demasiado, gracias a él pude ser mejor luchadora.

Sólo debo ser más veloz y ágil, eso es todo.

Como se dice: los chicos podrán tener la fuerza bruta, pero nosotras la inteligencia y la habilidad. Yo era una fiel creyente de ese ideal.

—¿Listos? —avisó el árbitro, al vernos dispuestos, soltó una sonrisa—. ¡Peleen!

No sé porqué en ese momento mi mente gritó:

<<¡Que comiencen los pinches chingadazos!>>

El árbitro se movió hacia una esquina mientras que Max y yo dábamos vueltas mirándonos desafiantes y sumado con lo molesta que sentía en ese momento, debía admitir que la contienda iba a durar menos de lo que pensaba.

Arrojé mi primer golpe hacia su estómago, pero él lo esquivó de un movimiento, y en un dos por tres, levantó su brazo para agarrarme la pierna, pero pude revertirlo pronto, mi golpe fue uno directo al pecho con mi pie, Max no tuvo ni tiempo de reaccionar ante eso, ya que salió disparado de donde estábamos para ir a dar contra las rejas que resonaron ante su encuentro.

Tenía la ventaja de ser mujer: él no me lastimaría. Pero de no ser de esa forma, buscaría, claramente, otra forma de ataque y defensa. Cualquiera que fuera la idea podría evitarla para poder derrotarlo. Pero sucedió algo que me dejó estupefacta, Max había metido su pie contra el mío para hacerme perder el equilibrio, sus brazos me hicieron danzar por unos segundos antes de que me retuviera en ellos.

¡Demonios!

Estaba presa en sus brazos, sin poder moverme, noté que alguien me observaba desde lejos, miré hacia ese lado, era Liam, totalmente enojado o eso lo demostraba sus puños y mandíbula apretadas al no poder dejar de mirarme.

Mr. and Mrs. Problems [MAMP #1]Where stories live. Discover now