Las culpas de un padre

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El Duque soltó un suspiro cansado y pasó un trago de saliva. Cerró los ojos y Terry sintió que se desesperaba más a cada segundo que pasaba porque no decía nada. Si tenía que reconocer algo, era que toda la curiosidad que de más joven había sentido al respecto de esa charla, se había esfumado reemplazándose por aquél diálogo con Candy, el que nunca imaginó y en esos momentos acaparaba cada parte de su imaginación.

No obstante, sabía que el Duque no ahondaría en detalles y posiblemente, "que habló con ella" sería lo único que diría al respecto.

—Alguna vez Eleanor te habrá dicho que la dejé porque mi familia arregló un matrimonio para mí.

Terry no entendió la frase por unos instantes pero pudo aterrizar el comentario poco después.

—Sí.

—No fue así, no exactamente.

Las cejas del actor se contrajeron sin comprender de qué iba.

—¿Ella mintió?

—No. En absoluto —se apresuró a defenderla como no lo había hecho en años —. Ella te dijo la verdad que le conté —volvió a tragar saliva, Terry le ofreció un trago de whisky, pero el otro declinó aunque por unos instantes sintió que lo iba a necesitar.

—Yo... yo ya estaba casado cuando fui a América.

El vaso se le resbaló de las manos a Terry pero consiguió sujetarlo antes de que cayera, su mente barajeó escenas frente a sus ojos. Violentamente se puso de pie y la antipatía que creía poder mantener durante aquella conversación se esfumó súbitamente.

¡¿Cómo no iba a odiar la cara de cerdo a Eleanor?!

Por unos instantes en que su respiración se aceleró casi se sintió de parte de su madrastra. Una cosa sería un hijo antes del matrimonio y otra un hijo fuera del matrimonio.

—¿A qué viene eso ahora? —reclamó tragándose el alcohol de un solo golpe antes de hablar y buscando la botella para volver a servirse.

—Por eso no podía casarme con Eleanor.

—No sigas hablando, no tiene caso, eso ya ha pasado, iremos a Edimburgo con Albert, y cuando regresemos, Susana y yo tomaremos viaje de regreso a América.

El más joven levantó los brazos y empezó a pasearse de un lado a otro mientras su corazón bombeaba con fuerza ¿Por qué se había alterado? ¿Por qué le venía importando eso?

Porque terminaba de afirmar que era un bastardo completamente digno del desprecio de los Grandchester.

Las palabras las repitió mentalmente, despacio, concibiendo el significado en aquellas letras, sintiéndose tan insignificante ante ello que los ojos se le llenaron de lágrimas a medida que encajaba sentimientos y se veía a sí mismo como la corona de bufón que por años había llevado la madre de Richard. Se dejó caer en el sillón.

Por primera vez en su vida, el drama de su nacimiento lo encajaba en un contexto más grande que Eleanor, el Duque y él mismo.

—Era más fácil decir que naciste antes de casarnos.

—Ya no sigas...

—Pensé que diciendo eso podía ser menor el daño al honor de Eleanor y Catherine.

Terry se sentía con ganas de ponerse ebrio otra vez.

Y tal vez así lo haría. Tomó la botella, su vaso, dio las buenas noches y subió por las escaleras hasta su habitación.

Susana lo escuchó y lo vio entrar aunque no se había encendido luz alguna, quería preguntar por aquello que lo había levantado de golpe, pero se sintió acobardada al ver en los ojos de su esposo un brillo horrible que enmudecería a cualquiera.

El honor de un caballeroWhere stories live. Discover now